La Palabra de Dios es Vida. Contiene la fuerza creadora y crea en el alma aquello que Su Palabra está hablando y quiere dar. No solo nos referimos al Libro de Cielo sino también a las Sagradas Escrituras. Durante la Liturgia de la Palabra yo puedo girar de diferentes modos, como por ejemplo, tomar el acto de los lectores, dejar nuestro reconocimiento de amor a Dios en las lecturas o unir nuestro Fiat al de la Virgen como un eco divino.