14/02/2025

Volumen 7 – Julio 31, 1906

“Hija mía, la simplicidad es a las virtudes como el condimento a las comidas. Para el alma simple no hay ni llaves ni puertas para entrar en Mí, ni Yo para entrar en ella, porque por todas las partes puede entrar en Mí y Yo en ella, más bien, para decir mejor, se encuentra en Mí sin entrar, porque por su simplicidad viene a semejarse a Mí que soy Espíritu simplísimo, y que sólo porque soy simplísimo me encuentro por todas partes y nada puede huir de mi mano. El alma simple es como la luz del sol, que a pesar de cualquier niebla, o de que sus rayos pasen por cualquier inmundicia, permanece siempre luz, y da luz a todos, pero jamás se cambia. Así el alma simple, cualquier mortificación o disgusto que pueda recibir, no cesa de ser luz para sí misma y para aquellos que la han mortificado, y si ve cosas malas, ella no queda manchada, queda siempre luz, ni jamás se cambia, porque la simplicidad es la virtud que más se asemeja al Ser Divino, y sólo por esta virtud se viene a participar de las otras cualidades divinas, y sólo en el alma simple no hay impedimentos ni obstáculos para que entre a obrar la Gracia Divina, porque siendo luz una y luz la otra, fácilmente una luz se une, se transforma en la otra luz”.

FIAT