Volumen 22 – Septiembre 8, 1927

Significado de los cuarenta días en el desierto.

“Feliz partí al desierto, feliz quedó la Alteza de mi Mamá Celestial, porque el dolor sufrido al modo divino no tiene virtud de ensombrecer mínimamente la divina felicidad, que contiene mares de alegría y de paz interminable, son como las gotitas de agua en el inmenso mar los dolores sufridos al modo divino, que la fuerza de las olas tienen virtud de cambiarlos en felicidad. El dolor sufrido en modo humano tiene virtud de despedazar la verdadera felicidad y de turbar la paz, el modo divino jamás. Mucho más que mi Mamá Reina poseía el Sol de mi Voluntad por gracia y Yo lo poseía por naturaleza, así que el Sol quedó en Ella y quedó en Mí, pero los rayos no se separaron porque la luz es inseparable, por eso en la misma luz Ella quedó en Mí y seguía mis actos, y Yo quedé en Ella como su centro de vida. Por tanto la separación mientras fue verdadera, pero fue aparente; en sustancia estábamos fundidos juntos e inseparables, porque la luz de la Divina Voluntad ponía en común nuestros actos como si fueran uno solo. Y después Yo fui al desierto para llamar de nuevo a mi misma Voluntad Divina, que por cuarenta siglos las criaturas habían desterrado de en medio de ellas, y Yo por cuarenta días quise estarme solo, para reparar los cuarenta siglos de voluntad humana en los cuales la mía no había poseído su reino en medio a la familia humana, y con mi misma Voluntad Divina la quise llamar de nuevo en medio a ellos para hacer que reinara. Al regresar del desierto la deposité en mi Mamá con todos los actos de Voluntad Divina que las criaturas habían rechazado y tenido como en el desierto, a fin de que fuera Ella la fiel depositaria, la reparadora y la imploradora del Reino de mi Voluntad. Sólo la Soberana Señora podía poseer este depósito tan grande, porque poseía en Sí la misma Voluntad Divina en la cual se podía contener la misma Voluntad desterrada por la criatura. ¿Cómo podíamos ocuparnos de nuestro dolor de separarnos por cuarenta días, cuando se trataba de reintegrar, de llamar de nuevo a nuestra Divina Voluntad a reinar en medio a las criaturas? En nuestro dolor éramos más que felices porque queríamos poner a salvo el Reino del Fiat Supremo, y la Celestial Reina estaba esperando con ansias mi regreso para recibir el depósito del nuevo sol, para corresponder con su amor todos sus actos que la ingratitud humana había rechazado. Ella hizo de verdadera Mamá a mi Divina Voluntad, haciendo al mismo tiempo de verdadera Madre a las criaturas, implorando para todos la vida, la felicidad, la alegría de poseer el Reino del Eterno Fiat”.

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El miércoles comenzamos la Cuaresma. Estos próximos cuarenta días tenemos que vivirlos como los vivió Jesús en el desierto: REPARANDO. Pero, ¿qué reparaba Jesús? Los cuarenta siglos que la voluntad humana había predominado entre las criaturas. Tenemos que vivir este tiempo litúrgico como una llamada a la Divina Voluntad para que reine en medio a las criaturas. Y tenemos que hacer de verdaderas Madres de Jesús. ¿Cómo? Tal como hizo Ella, siendo depositaria de la Divina Voluntad. Antes de conocer el Don vivíamos la Cuaresma como un tiempo penitencial, ahora que somos conocedores de las verdades del Libro de Cielo, tenemos que hacerlas Vida. Seamos ese depósito de la Divina Voluntad correspondiendo con el mismo amor de la Mamá Reina a todas las ingratitudes de las criaturas, para que el Reino baje del Cielo a la tierra. Seamos Madres de Jesús, madres de la Divina Voluntad y madres de las criaturas.

En estos días de Cuaresma vivamos cada momento y cada acto como una llamada a la Divina Voluntad a reinar en los corazones de todos, y a profundizar en el conocimiento de este don para conocer el AdIntra de cada acto que obró Jesús, así nosotros seremos repetidores de su misma vida y viviremos fundidos en Él como su misma Madre.

FIAT

Fdo. Elena 🕊️

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