30/09/2025

Volumen 12 – Diciembre 10, 1918
“Hija mía, cómo me es dulce y agradable la oración de las almas íntimas Conmigo, siento repetir mi Vida oculta en Nazaret, sin ninguna exterioridad, sin gente alrededor, sin sonido de campanas, todo inobservado, solo, tanto, que apenas si era conocido. Yo me elevaba entre el Cielo y la tierra y pedía almas, y ni siquiera un respiro ni un latido se me escapaba en que no pidiera almas, y en cuanto esto hacía, mi sonido resonaba en el Cielo y atraía el amor del Padre a cederme las almas, y este sonido haciendo eco en los corazones gritaba con voz sonora: “Almas”. Cuántas maravillas no obré en mi Vida oculta sólo conocidas por mi Padre en el Cielo y por mi Mamá en la tierra. Así el alma oculta, íntima Conmigo, en cuanto reza, si ningún sonido se escucha en la tierra, sus oraciones como campanas suenan más vibrantes en el Cielo, y llaman a todo el Cielo a unirse con ella y hacer descender misericordia a la tierra, que sonando no al oído, sino a los corazones de las criaturas, las dispongan a convertirse”.
FIAT