La Asunción fue la primera fiesta que se hizo en el Cielo a la Divina Voluntad por los tantos prodigios que ésta había obrado en María. Su entrada al Cielo fue festejada por toda la corte celestial.
Este día, María terminó de cumplir la Divina Voluntad en la tierra. En su vida terrenal Ella sufrió penas, pero todas en orden sobrenatural. Estas penas fueron para Ella triunfos y honores que le daban el campo de acción para hacer que su maternidad no fuera estéril, sino conquistadora de muchos hijos.
Durante todas las meditaciones de la Reina del Cielo, como dulce madre, nos habla con amor.
“Quiero hacerte mi testamento, dejándote por dote aquella misma Voluntad Divina”.
María quiere dejarles a sus hijos, como dote, la misma Vida Divina; y por eso, nos explica tres grandes puntos en todas las meditaciones que leemos en la Reina del Cielo:
-Lo que obró la Divina Voluntad en Ella.
-El gran bien que la Divina Voluntad sabe hacer y qué significa hacerse dominar por Ella.
-Los graves males del querer humano.
Nos invita en este acto de la Asunción a aceptar su testamento. Que tu alma sea el papel donde Ella escriba, con la pluma de oro del Querer Divino, y con la tinta de su ardiente amor. Es la testificación de la dote que te hace, pero quiere que te asegures de que jamás harás tu voluntad.
Cada palabra que Ella nos ha dicho ataba nuestra alma al Fiat Divino, y preparaba esta dote divina en la cual tú pudieses vivir rica, feliz, y dotada de la fuerza divina.
FIAT FIAT FIAT