María quiere dejar en cada corazón la verdad divina de que Ella está cerca de ti para ser Madre y ser maestra.
Es una verdad que la vemos plasmada durante todas estas meditaciones de la Reina del Cielo, sobre todo, en el momento después de la Ascensión de Jesús.
Todos los apóstoles estaban alrededor de Ella y no hacían nada sin su consejo, y cuando Ella tomaba la palabra para instruirlos o contar alguna anécdota de Jesús que ellos no conocían, por ejemplo, los detalles de su Nacimiento, sus lágrimas de niño… ellos estaban atentos a escucharla, quedando raptados por sus enseñanzas.
Ella, María, estaba en medio de los apóstoles más que el sol del día.
Así debe pasar con nosotros si queremos llegar a ser hijos del Divino Querer, apóstoles de la Divina Voluntad. La Virgen nos enseñará todo lo necesario, y las enseñanzas de este libro se convertirán en Vida, se transformarán en Vida, en práctica, en algo cotidiano de todos los días.
Las enseñanzas que Ella da no solo son para exhortar y motivar a conocer, sobre todo, el mal de la voluntad humana, sino que son para que se hagan Vida, enseñanzas que no deben quedar en teoría.
Ella es Madre y maestra, y así como estuvo con los apóstoles en el momento de la venida del Espíritu Santo, Ella continua aún este magisterio en la Iglesia, porque no hay gracia que de Ella no descienda.
Da su vida por amor a sus hijos, y los nutre con su leche materna. Su vida fue formada en el Reino de la Divina Voluntad, por eso te llama sobre sus rodillas, en sus brazos maternos, para que sirviéndote de Ella puedas estar segura de vivir en el mar de la Divina Voluntad.
La enseñanza divina de hoy es refugiarse en los brazos de la Madre celestial cuando veas que tu voluntad quiera tener algún acto de vida, diciendo: “Mamá mía, mi voluntad me quiere traicionar y yo te la entrego a Ti, a fin de que pongas en su lugar a la Vida Divina”.
FIAT.