Hoy finalizamos estas catequesis breves referentes a la vida pública de María con lo que concierne a la vida pública de Jesús. Una vida pública que conocemos gracias a los evangelios y que tuvo una duración de tres años; una vida donde el sufrimiento de Jesús no solo fue en su Pasión. Gracias a esta revelación a la sierva Luisa Piccarreta hemos sabido que este sufrimiento dio inicio desde el mismo instante en que Jesús se encarnó en el vientre de su Madre.
Pero ahora, hablaremos específicamente del sufrimiento de Jesús relacionado con su vida pública, y para esto María nos dice lo siguiente en el día 27:
“si te quisiera decir lo que obró y sufrimos mi Hijo y Yo en estos tres años de su vida pública, me extendería demasiado. Lo que te recomiendo es que en todo lo que puedas hacer y sufrir, tu primer acto y el último sea el Fiat Divino.
En el Fiat nos separamos mi Hijo y Yo, y el Fiat me dio la fuerza de hacer el sacrificio. Así encontrarás la fuerza para todo, incluso en las penas que te cuestan la vida, si todo lo encierras en el eterno Fiat. Por eso, dame tu palabra que te harás encontrar siempre en la Divina Voluntad. Así también tú sentirás la inseparabilidad de Mí y de nuestro sumo Bien Jesús”.
Estar siempre en la Divina Voluntad para sentir en nosotros la inseparabilidad de María y de Jesús. María nos habla en este día de este sacrificio de separación de Jesús, con la única intención de enseñarnos que, todo lo que podamos hacer, obrar, sufrir, siempre tiene que estar vinculado con el Fiat, en él encontraremos todo lo necesario para llevar a cabo cualquier sufrimiento.
Un Fiat continuado en todo nuestro obrar, no solo para llevar una pesada cruz o para vivir un gran sufrimiento, sino también para momentos de confusión, de dudas, y por supuesto, para las cosas agradables que nos sucedan en esta vida.
Ver el Fiat obrando en todo y en todos, apartar la mirada de aquel contratiempo o de aquella persona que me hace sufrir; al principio puede ser difícil porque no dejamos de ver, en las personas que hacen y deshacen, su voluntad humana; pero para eso está nuestra Maestra y Madre, que hoy te invita a que le lleves todo, todas tus penas como compañía a su soledad; y en cada pena, humillación, confusión, pondremos un “Te amo” para ella y su Hijo, y así reparar y consolar a Jesús en el rechazo que vivió en su vida pública.
Mamá Divina, tu palabra y la de Jesús desciendan en todos los corazones y formen el Reino de la Divina Voluntad.
FIAT.