Diciembre 25, 1921
Cómo la Humanidad de Jesús fue alimentada por su Querer.
Quien vive en la Divina Voluntad es la más inmediata a Jesús.
Encontrándome en mi habitual estado, mi dulce Jesús se hacía ver como niño, temblando de frío y
arrojándose a mis brazos me ha dicho:
“¡Qué frío, qué frío! Caliéntame por piedad, no me dejes más helar”.
Yo me lo he estrechado al corazón diciéndole: “En mi corazón poseo tu Querer, así que el calor de Él es
más que suficiente para calentarte”.
Y Jesús todo contento: “Hija mía, mi Querer contiene todo, y quien lo posee todo puede darme. Mi Voluntad fue todo para Mí, me concibió, me formó, me hizo crecer y me hizo nacer, y si mi amada Mamá contribuyó dándome la sangre, lo pudo hacer porque contenía mi Voluntad absorbida en Ella, si no hubiera tenido mi Querer, no habría podido contribuir a formar mi Humanidad, así que mi Voluntad directamente y mi Voluntad absorbida en mi Mamá me dieron la vida. Lo humano no tenía poder sobre de Mí para darme nada, sino sólo el Querer Divino con su aliento me alimentó y me hizo nacer. ¿Pero crees tú que fue el frío del ambiente lo que me heló? ¡Ah, no! Fue el frío de los corazones lo que me hizo temblar de frío, y la ingratitud de ellos la que al salir a la luz me hizo llorar amargamente. Pero mi querida Mamá me calmó el llanto, si bien lloró también Ella, y nuestras lágrimas se mezclaron, y dándonos los primeros besos nos desahogamos en amor. Pero nuestra vida debía ser el dolor y el llanto, y me hice poner en el pesebre para volver al llanto y llamar con mis sollozos y con mis lágrimas a mis hijos, quería enternecerlos con mis lágrimas y con mis gemidos para hacerme escuchar, ¿pero sabes tú quién fue la primera después de mi Mamá a quien llamé con mis lágrimas junto a Mi en el mismo pesebre para desahogarme en amor?
++++++
Esta semana celebramos el último domingo de Adviento, llamado también el domingo del Amor, el Amor de Dios por los hombres encarnado en su Hijo. Pero, ¿qué nos pregunta Jesús? ¿A quién puso junto Consigo en el pesebre? Te puso a ti. Continúa el Niño Jesús diciendo en esa misma lectura: “En mi Voluntad todo existía y todas las cosas eran para Mí un punto solo, te veía entonces como te veo ahora, y todas las gracias que te he dado no son otra cosa que la confirmación de lo que ”ab eterno” te había sido dado, y no solamente te veía a ti, sino que veía en ti a mi pequeña familia que viviría en mi Querer. ¡Cómo estuve contento! Todas estas almas me calmaban el llanto, me calentaban y haciéndome corona alrededor mío me defendían de la perfidia de las demás criaturas”. Señor, enséñanos a permanecer siempre en tu Voluntad, calmando tu llanto y penas con nuestras reparaciones, dándote todo el reconocimiento de amor que deberían darte todas las criaturas, y a entrar ese acto único donde estábamos juntos en el pesebre para vivirlo en un eterno presente.
FIAT.