
Diciembre 25, 1925
Se necesitan las disposiciones para poseer el don del Querer Divino. Semejanzas de Él.
“Estaba pensando en lo que está dicho anteriormente, que la Voluntad de Dios es un don, y por eso como don se posee como cosa propia; en cambio quien hace la Voluntad de Dios debe estar a las órdenes, debe preguntar frecuentemente qué debe hacer y pedir que se le preste el don, no para ser el dueño sino para hacer la misma acción que Dios quiere, terminada la cual debe devolver el don que ha tomado en préstamo. En mi mente se formaban tantas imágenes y semejanzas entre quien vive en el Querer Divino y lo posee como don, y entre quien hace la Santísima Voluntad de Dios, que no solo no posee la plenitud del don, y si lo posee es a intervalos y en préstamo. Digo ahora algunas de estas semejanzas:
Supongamos que tuviese una moneda de oro que tuviera la virtud de hacer surgir cuantas monedas yo quisiera, ¡oh! cuán rica me podría hacer con este don, en cambio otro lo recibe en préstamo este don por una hora para realizar una acción suya y devolverlo de inmediato; ¡qué diferencia entre mi riqueza por el don que poseo y entre la de quien lo recibe en préstamo! O bien, si tuviera en don una luz que no se apaga jamás, así que, de noche o de día yo estoy al seguro, tengo siempre el bien de ver esta luz que nadie me puede quitar, se hace conmigo como connatural y me hace conocer el bien para hacerlo y el mal para rehuirlo, así que con esta luz dada a mí en don, yo me río de todos, del mundo, del enemigo, de mis pasiones, y hasta de mí misma; por tanto esta luz es para mí fuente perenne de felicidad, está sin armas y me defiende, es sin voz y me enseña, es sin manos ni pies y dirige mi camino y se hace guía segura para llevarme al Cielo. En cambio otra persona cuando siente la necesidad debe ir a pedir esta luz, pues no la tiene a su disposición, y habituada a no ver siempre junto con la luz, no posee el conocimiento del bien y del mal y no tiene fuerza suficiente para hacer siempre el bien y evitar el mal; entonces, no poseyendo la luz encendida continuamente, ¿en cuántos engaños, peligros y caminos sinuosos no se encuentra? Qué diferencia entre quien la posee como don suyo esta luz, y entre quien la debe ir a pedir cuando la necesita. Ahora, mientras mi mente se perdía en tantas semejanzas, decía entre mí: “Así que el vivir en la Voluntad de Dios es poseer la Voluntad de Dios, y esto es un don; por tanto, si la bondad de Dios no se complace en darlo, ¿qué puede hacer la pobre criatura?” En ese momento mi amable Jesús se ha movido en mi interior, como estrechándome toda a Él, y me ha dicho:
“Hija mía, es verdad que el vivir en mi Querer es un don, y es el poseer el don más grande, pero este don que contiene valor infinito, que es moneda que surge a cada instante, que es luz que nunca se apaga, que es sol que jamás tiene ocaso, que pone al alma en su lugar establecido por Dios en el orden divino y por lo tanto toma su lugar de honor y de soberanía en la Creación, no se da sino a quien está dispuesto, a quien no debe hacer despilfarro, a quien debe estimarlo tanto y amarlo más que la propia vida, es más, debe estar pronto a sacrificar la propia vida para hacer que este don de mi Querer tenga la supremacía sobre todo y sea tenido en cuenta más que la propia vida, más bien, su vida como una nada en comparación a Él”.
FIAT VOLUNTAS TUA SICUT IN CAELO ET IN TERRA.
Fdo. Desahogo Divino