Volumen 2 – Agosto 2, 1899

Habla sobre la correspondencia.

“Son tantas las iniquidades que se elevan de la tierra al Cielo, que si faltara por un cuarto de hora la oración y almas que sean víctimas ante Mí, Yo haría salir fuego de la tierra y con él inundaría a las gentes”.
Después ha agregado: “Mira cuántas gracias debía verter sobre las criaturas, pero como no encuentro correspondencia estoy obligado a retenerlas en Mí, es más, me las hacen cambiar en castigos. Pon atención tú hija mía, a corresponderme a las tantas gracias que estoy derramando en ti, porque la correspondencia es la puerta abierta para dejarme entrar en el corazón y ahí formar mi habitación. La correspondencia es como aquella buena acogida, aquella estima que se da a las personas cuando vienen a hacer una visita, de modo que atraídas por ese respeto, por esas maneras afables que se usan con ellas, están obligadas a venir otras veces y llegan a no saberse separar. El todo está en corresponderme, y a medida que las criaturas me corresponden y me tratan en la tierra, así Yo me comportaré con ellas en el Cielo, haciéndoles encontrar las puertas abiertas, invitaré a toda la corte celestial a acogerlos y los colocaré en el más sublime trono, pero será todo lo contrario para quien no me corresponde”.

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En este tiempo de Cuaresma estamos llamados a vivir la penitencia y la oración. Hagamos vida la oración tal y como nos enseña Jesús en esta lectura del Libro de Cielo. Tenemos que tomar conciencia de que la oración sostiene el mundo, pero ahora estamos llamados a hacer vida la oración y Él cuenta con nuestro obrar.

En esta lectura podemos ver cómo es de importante la plegaria, y ver la sobrenaturalidad de que a cada hora hay una Misa que sostiene el mundo, ya que tan solo por quince minutos sin oración el mundo no se sostendría.

Es un tiempo de reparación, pero también estamos llamados a la correspondencia. La oración de correspondencia es la puerta a abrir nuestro corazón al Señor, y a hacer de él Su morada.

Jesús nos dice que le acojamos en nuestro corazón aquí en la tierra, y nosotros en el Cielo recibiremos el mismo trato que le dimos, pero nuestra oración de correspondencia hecha vida tiene que ser toda amor.

Te amo, te adoro, te bendigo y te agradezco, por mí y por todos, Jesús mío.

FIAT

Fdo. Elena

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