08/12/2025

Volumen 23 – Diciembre 8, de 1927
“Hija mía, la Inmaculada María, pequeña luz de la estirpe humana, porque la tierra humana le dio el origen, pero fue siempre hija de la luz porque ninguna mancha entró en esta luz; ¿pero sabes tú donde está toda su grandeza, quién le dio la soberanía, quién formó los mares de Luz, de santidad, de gracia, de amor, de belleza, de potencia, dentro y fuera de Ella? Hija mía, lo humano no sabe hacer jamás cosas grandes, ni dar cosas grandes, así que la Reina Celestial habría quedado la pequeña luz si Ella no hubiese puesto como a un lado su querer, que era la pequeña luz, y no haciéndose investir por mi Querer Divino, en el cual perdió su pequeña luz, el cual no es pequeña luz sino Sol interminable que invistiéndola toda formó mares de luz en torno a Ella, de gracia, de santidad, la embelleció tanto de volverla toda bella, con todas las tintas de las bellezas divinas, para hacer
enamorar a Aquél que la había creado. Su Inmaculada Concepción, por cuan
bella y pura, era siempre una pequeña luz, no habría tenido ni potencia, ni luz suficiente para poder formar mares de luz y de santidad si nuestro Querer Divino no hubiese investido la pequeña luz para convertirla en Sol, y la pequeña luz, cual era la voluntad de la Soberana Celestial, no se hubiese contentado con perderse en el Sol del Fiat Divino para hacerse dominar por Él”.
FIAT