Diciembre 25, 1899

Jesús quiere de Luisa continua actitud de sacrificio.

Después de haber pasado algunos días casi de privación total de mi sumo y único Bien, acompañados por una dureza de corazón, sin poder ni siquiera llorar mi gran pérdida, si bien ofrecía a Dios también aquella dureza diciéndole: “Señor, acéptala como sacrificio, sólo Tú puedes ablandar este corazón tan duro”. Finalmente, después de un largo penar, ha venido mi amada Mamá Reina trayendo en su regazo al celestial Niño envuelto en un pañal, todo tembloroso; me lo ha dado entre mis brazos diciéndome:
“Hija mía, caliéntalo con tus afectos, porque mi Hijo nació en extrema pobreza, en total abandono de los hombres y en suma mortificación”.
¡Oh, cómo era agradable con su celestial belleza! Lo he tomado entre mis brazos y me lo he estrechado para calentarlo, porque estaba casi entumecido por el frío, no teniendo otra cosa que lo cubriera que un sólo pañal. Después de haberlo calentado por cuanto he podido, mi tierno Niñito, entreabriendo sus purpúreos labios me ha dicho:
“¿Me prometes tú ser siempre víctima por amor mío, como Yo lo soy por amor tuyo?”
Y yo: “Sí tesorito mío, te lo prometo”.
Y Él: “No estoy contento sólo con las palabras, quiero un juramento y también una firma con tu sangre”.
Y yo: “Si quiere la obediencia lo haré”.
Él parecía todo contento, y ha agregado:
“Mi corazón desde que nací lo tuve siempre ofrecido en sacrificio para glorificar al Padre, para la conversión de los pecadores y por las personas que me rodeaban y que más me fueron fieles compañeros en mis penas. Así quiero que tu corazón esté en continua actitud, ofrecido en espíritu de sacrificio por estos tres fines”.

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El domingo que viene empieza el Adviento, y nosotros vamos a colocar nuestra vela espiritual en espera y recogimiento por el Nacimiento de nuestro Salvador. Esta primera vela no será de color morado, sino una luz candente, un sol divino, por las tres obras que nos pide el Niño Jesús: ofrecer nuestro corazón para glorificar al Padre, para la conversión de los pecadores y por las personas que nos rodean. Actos vivos para dar vida a la Vida Divina. Durante esta semana vamos a entregar cada latido de nuestro corazón por esas tres intenciones que también fueron las del Niño Jesús, y así le daremos el consuelo y la felicidad de repetir su Vida en nosotros sin desperdiciar ni un solo acto natural.

FIAT.