Puerta que se abre – (Mayo 28, 1933 Volumen 32) Camino que empieza – (Julio 11, 1938 Volumen 36)
Queridas almas,
es motivo de alegría compartir con vosotros en la Unidad Suprema con nuestra amada Iglesia, la audiencia que tuvimos el pasado 27 de noviembre de 2024 con el Arzobispo de la Diócesis de Valladolid Mons. Luis Javier Argüello García y presidente de la Conferencia Episcopal Española.
Damos gracias a Dios por el amor recibido a través de su persona, por sus palabras del Sagrado Corazón de Jesús, donde reina la Voluntad de Dios en nuestro amado Beato Bernardo de Hoyos.
Agradeciendo su tiempo, compresión y bendición para nuestro apostolado de la Divina Voluntad.
Agradeceros vuestros giros para que el Reino siga siendo extendido, amado y adorado.
Cómo la Humanidad de Jesús fue alimentada por su Querer. Quien vive en la Divina Voluntad es la más inmediata a Jesús.
Encontrándome en mi habitual estado, mi dulce Jesús se hacía ver como niño, temblando de frío y arrojándose a mis brazos me ha dicho: “¡Qué frío, qué frío! Caliéntame por piedad, no me dejes más helar”. Yo me lo he estrechado al corazón diciéndole: “En mi corazón poseo tu Querer, así que el calor de Él es más que suficiente para calentarte”. Y Jesús todo contento: “Hija mía, mi Querer contiene todo, y quien lo posee todo puede darme. Mi Voluntad fue todo para Mí, me concibió, me formó, me hizo crecer y me hizo nacer, y si mi amada Mamá contribuyó dándome la sangre, lo pudo hacer porque contenía mi Voluntad absorbida en Ella, si no hubiera tenido mi Querer, no habría podido contribuir a formar mi Humanidad, así que mi Voluntad directamente y mi Voluntad absorbida en mi Mamá me dieron la vida. Lo humano no tenía poder sobre de Mí para darme nada, sino sólo el Querer Divino con su aliento me alimentó y me hizo nacer. ¿Pero crees tú que fue el frío del ambiente lo que me heló? ¡Ah, no! Fue el frío de los corazones lo que me hizo temblar de frío, y la ingratitud de ellos la que al salir a la luz me hizo llorar amargamente. Pero mi querida Mamá me calmó el llanto, si bien lloró también Ella, y nuestras lágrimas se mezclaron, y dándonos los primeros besos nos desahogamos en amor. Pero nuestra vida debía ser el dolor y el llanto, y me hice poner en el pesebre para volver al llanto y llamar con mis sollozos y con mis lágrimas a mis hijos, quería enternecerlos con mis lágrimas y con mis gemidos para hacerme escuchar, ¿pero sabes tú quién fue la primera después de mi Mamá a quien llamé con mis lágrimas junto a Mi en el mismo pesebre para desahogarme en amor?
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Esta semana celebramos el último domingo de Adviento, llamado también el domingo del Amor, el Amor de Dios por los hombres encarnado en su Hijo. Pero, ¿qué nos pregunta Jesús? ¿A quién puso junto Consigo en el pesebre? Te puso a ti. Continúa el Niño Jesús diciendo en esa misma lectura: “En mi Voluntad todo existía y todas las cosas eran para Mí un punto solo, te veía entonces como te veo ahora, y todas las gracias que te he dado no son otra cosa que la confirmación de lo que ”ab eterno” te había sido dado, y no solamente te veía a ti, sino que veía en ti a mi pequeña familia que viviría en mi Querer. ¡Cómo estuve contento! Todas estas almas me calmaban el llanto, me calentaban y haciéndome corona alrededor mío me defendían de la perfidia de las demás criaturas”. Señor, enséñanos a permanecer siempre en tu Voluntad, calmando tu llanto y penas con nuestras reparaciones, dándote todo el reconocimiento de amor que deberían darte todas las criaturas, y a entrar ese acto único donde estábamos juntos en el pesebre para vivirlo en un eterno presente.
La suerte Sacramental de Jesús es más dura aún que su suerte infantil.
Después ha regresado mi dulce Jesús, era un tierno niño, gemía, lloraba y temblaba por el frío; se ha arrojado en mis brazos para que lo calentara; yo me lo he estrechado fuerte, fuerte, y según mi costumbre me fundía en su Querer para encontrar los pensamientos de todos junto con los míos y circundar al tembloroso Jesús con las adoraciones de todas las inteligencias creadas; las miradas de todos, para hacerlas mirar a Jesús y distraerlo del llanto; las bocas, las palabras, las voces de todas las criaturas, a fin de que todas lo besaran para no hacerlo gemir y con su aliento lo calentaran. Mientras esto hacía, el niñito Jesús no gemía más, ha cesado de llorar, y habiéndosele quitado el frío me ha dicho: “Hija mía, ¿has visto qué cosa me hacía temblar, llorar y gemir? El abandono de las criaturas. Tú me las has puesto a todas en torno a mí, me he sentido mirado, besado por todas y he calmado mi llanto, pero has de saber que mi suerte Sacramental es más dura aún que mi suerte infantil: La gruta, si bien fría, era espaciosa, tenía aire para respirar; la hostia también es fría, es tan pequeña que casi me falta el aire. En la gruta tuve un pesebre con un poco de heno por lecho, en mi Vida Sacramental aun el heno me falta, y por lecho no tengo más que metales duros y helados. En la gruta tenía a mi amada Mamá que frecuentemente me tomaba con sus purísimas manos y me cubría con besos ardientes para calentarme, me calmaba el llanto, me nutría con su leche dulcísima; todo lo contrario en mi Vida Sacramental, no tengo una Mamá, si me toman, siento el toque de manos indignas, manos que huelen a tierra y a estiércol; ¡oh! cómo siento más esta peste que la del estiércol de la gruta, en vez de cubrirme con besos me tocan con actos irreverentes, y en vez de leche me dan la hiel de los sacrilegios, de los descuidos, de las frialdades. En la gruta, San José no dejó que me faltara una lamparita de luz en las noches; aquí en el sacramento, ¿cuántas veces quedo en la oscuridad, aun en la noche? ¡Oh! cómo es más dolorosa mi suerte Sacramental, cuántas lágrimas ocultas no vistas por ninguno, cuántos gemidos no escuchados. Si te ha movido a piedad mi suerte infantil, mucho más te debe mover a piedad mi suerte Sacramental”.
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La tercera vela del Adviento simboliza la Alegría. A medida que se acerca el día de Navidad, nuestra alegría va aumentando y nos une a la alegría de los pastorcitos cuando se desplazaron para ver a Jesús y adorarlo. Vayamos nosotros también hasta el Sagrario para adorarlo, y ahí, delante de Jesús, meditemos sus mismas palabras sobre su suerte Sacramental. Reparemos los sacrilegios, calentemos su aterido cuerpo con nuestras adoraciones, con nuestro «te amo», démosle la fragancia de nuestros giros, la luz de los soles divinos de nuestras obras hechas en Voluntad Divina, y cuando lo recibamos en nuestra alma seamos esa leche dulcísima de la Vida Divina en nosotros al liberarlo de la prisión de la Hostia Sacramental. Miremos el Sagrario como ese Pesebre Viviente donde Jesús nos espera, y en nosotros espera el reconocimiento y las adoraciones de todos.
Ahora, en el momento en que el Niñito salió a la luz, yo habría querido volar para tomarlo entre mis brazos, pero los ángeles me lo impidieron, diciéndome que le correspondía a la Madre el honor de ser la primera en tomarlo. Entonces la Virgen Santísima como sacudida ha vuelto en sí, y de las manos de un ángel recibió al Hijo en sus brazos, lo estrechó tan fuerte en el arrebato de amor en que se encontraba, que parecía que lo quisiera meter de nuevo en Ella, después queriendo dar un desahogo a su ardiente amor, lo puso a mamar de sus pechos. Mientras tanto yo permanecía toda aniquilada, esperando ser llamada para no recibir otro regaño de los ángeles. Entonces la Reina me dijo: “Ven, ven a tomar a tu amado y gózalo también tú, desahoga con Él tu amor”. En cuanto dijo esto me acerqué, y la Mamá me lo puso en los brazos. ¿Quién puede decir mi contento, los besos, los abrazos, las ternuras? Después de que me desahogué un poco le dije: “Amado mío, Tú has tomado leche de nuestra Mamá, hazme partícipe”. Y Él condescendiendo, de su boca derramó parte de esa leche en la mía, y después me ha dicho: “Amada mía, Yo fui concebido unido al dolor, nací al dolor y morí en el dolor, y con los tres clavos con que me crucificaron clavé las tres potencias: inteligencia, memoria y voluntad de aquellas almas que desean amarme, haciéndolas quedar todas atraídas a Mí, porque la culpa las había vuelto enfermas, dispersas de su Creador y sin ningún freno”.
En este segundo domingo de Adviento no vamos a encender una vela, sino que vamos a tomar la Luz purísima del Nacimiento del Niño, donde Jesús Luz sale del seno materno de la Luz Madre, y vamos a ser esa vela, esa luz en medio de las criaturas. En este profundo misterio vamos a envolvernos de esa Luz divina para meditar los dolores que explica el pequeño niño: «fui concebido unido al dolor, nací al dolor y morí en el dolor», y así, en cada una de las penas que vivamos en esta semana las vamos a unir a ese mismo dolor del Niño, para convertirlas en oraciones de adoración. Su concepción en el seno virginal fue una prisión de dolor, donde no podía llorar, ni gemir, ni moverse, y donde sentía todas las penas de la voluntad humana de las criaturas en su pequeñita Humanidad. Nació al dolor de la prisión de su Humanidad donde todo un Dios permanecía oculto en la restringida humanidad de Jesús, y ocultamente rehizo y reparó todo acto de criatura. Y murió de penas inauditas en una Pasión, no solo externa, sino interna. Y toda pena fue para restituir el Reino de la Divina Voluntad en medio a las criaturas. Seamos Luz junto a Él para corresponderle en sus penas, en nuestro nombre y en el de todos. No nació por nacer, sino para restituirte la Vida Divina, que tantas penas le costó.
Jesús quiere de Luisa continua actitud de sacrificio.
Después de haber pasado algunos días casi de privación total de mi sumo y único Bien, acompañados por una dureza de corazón, sin poder ni siquiera llorar mi gran pérdida, si bien ofrecía a Dios también aquella dureza diciéndole: “Señor, acéptala como sacrificio, sólo Tú puedes ablandar este corazón tan duro”. Finalmente, después de un largo penar, ha venido mi amada Mamá Reina trayendo en su regazo al celestial Niño envuelto en un pañal, todo tembloroso; me lo ha dado entre mis brazos diciéndome: “Hija mía, caliéntalo con tus afectos, porque mi Hijo nació en extrema pobreza, en total abandono de los hombres y en suma mortificación”. ¡Oh, cómo era agradable con su celestial belleza! Lo he tomado entre mis brazos y me lo he estrechado para calentarlo, porque estaba casi entumecido por el frío, no teniendo otra cosa que lo cubriera que un sólo pañal. Después de haberlo calentado por cuanto he podido, mi tierno Niñito, entreabriendo sus purpúreos labios me ha dicho: “¿Me prometes tú ser siempre víctima por amor mío, como Yo lo soy por amor tuyo?” Y yo: “Sí tesorito mío, te lo prometo”. Y Él: “No estoy contento sólo con las palabras, quiero un juramento y también una firma con tu sangre”. Y yo: “Si quiere la obediencia lo haré”. Él parecía todo contento, y ha agregado: “Mi corazón desde que nací lo tuve siempre ofrecido en sacrificio para glorificar al Padre, para la conversión de los pecadores y por las personas que me rodeaban y que más me fueron fieles compañeros en mis penas. Así quiero que tu corazón esté en continua actitud, ofrecido en espíritu de sacrificio por estos tres fines”. +++++++
El domingo que viene empieza el Adviento, y nosotros vamos a colocar nuestra vela espiritual en espera y recogimiento por el Nacimiento de nuestro Salvador. Esta primera vela no será de color morado, sino una luz candente, un sol divino, por las tres obras que nos pide el Niño Jesús: ofrecer nuestro corazón para glorificar al Padre, para la conversión de los pecadores y por las personas que nos rodean. Actos vivos para dar vida a la Vida Divina. Durante esta semana vamos a entregar cada latido de nuestro corazón por esas tres intenciones que también fueron las del Niño Jesús, y así le daremos el consuelo y la felicidad de repetir su Vida en nosotros sin desperdiciar ni un solo acto natural.
La Asunción fue la primera fiesta que se hizo en el Cielo a la Divina Voluntad por los tantos prodigios que ésta había obrado en María. Su entrada al Cielo fue festejada por toda la corte celestial.
Este día, María terminó de cumplir la Divina Voluntad en la tierra. En su vida terrenal Ella sufrió penas, pero todas en orden sobrenatural. Estas penas fueron para Ella triunfos y honores que le daban el campo de acción para hacer que su maternidad no fuera estéril, sino conquistadora de muchos hijos.
Durante todas las meditaciones de la Reina del Cielo, como dulce madre, nos habla con amor.
“Quiero hacerte mi testamento, dejándote por dote aquella misma Voluntad Divina”.
María quiere dejarles a sus hijos, como dote, la misma Vida Divina; y por eso, nos explica tres grandes puntos en todas las meditaciones que leemos en la Reina del Cielo:
-Lo que obró la Divina Voluntad en Ella. -El gran bien que la Divina Voluntad sabe hacer y qué significa hacerse dominar por Ella. -Los graves males del querer humano.
Nos invita en este acto de la Asunción a aceptar su testamento. Que tu alma sea el papel donde Ella escriba, con la pluma de oro del Querer Divino, y con la tinta de su ardiente amor. Es la testificación de la dote que te hace, pero quiere que te asegures de que jamás harás tu voluntad.
Cada palabra que Ella nos ha dicho ataba nuestra alma al Fiat Divino, y preparaba esta dote divina en la cual tú pudieses vivir rica, feliz, y dotada de la fuerza divina.
María quiere dejar en cada corazón la verdad divina de que Ella está cerca de ti para ser Madre y ser maestra.
Es una verdad que la vemos plasmada durante todas estas meditaciones de la Reina del Cielo, sobre todo, en el momento después de la Ascensión de Jesús.
Todos los apóstoles estaban alrededor de Ella y no hacían nada sin su consejo, y cuando Ella tomaba la palabra para instruirlos o contar alguna anécdota de Jesús que ellos no conocían, por ejemplo, los detalles de su Nacimiento, sus lágrimas de niño… ellos estaban atentos a escucharla, quedando raptados por sus enseñanzas.
Ella, María, estaba en medio de los apóstoles más que el sol del día.
Así debe pasar con nosotros si queremos llegar a ser hijos del Divino Querer, apóstoles de la Divina Voluntad. La Virgen nos enseñará todo lo necesario, y las enseñanzas de este libro se convertirán en Vida, se transformarán en Vida, en práctica, en algo cotidiano de todos los días.
Las enseñanzas que Ella da no solo son para exhortar y motivar a conocer, sobre todo, el mal de la voluntad humana, sino que son para que se hagan Vida, enseñanzas que no deben quedar en teoría.
Ella es Madre y maestra, y así como estuvo con los apóstoles en el momento de la venida del Espíritu Santo, Ella continua aún este magisterio en la Iglesia, porque no hay gracia que de Ella no descienda.
Da su vida por amor a sus hijos, y los nutre con su leche materna. Su vida fue formada en el Reino de la Divina Voluntad, por eso te llama sobre sus rodillas, en sus brazos maternos, para que sirviéndote de Ella puedas estar segura de vivir en el mar de la Divina Voluntad.
La enseñanza divina de hoy es refugiarse en los brazos de la Madre celestial cuando veas que tu voluntad quiera tener algún acto de vida, diciendo: “Mamá mía, mi voluntad me quiere traicionar y yo te la entrego a Ti, a fin de que pongas en su lugar a la Vida Divina”.
La Ascensión vivida junto con María es el momento en que Jesús asciende al Cielo, para regresar con su Padre ya finalizada su misión en la tierra.
El evangelio de Lucas nos narra como Jesús da las últimas instrucciones a los apóstoles, y mientras los bendecía subió al Cielo donde los apóstoles lo vieron alejarse hasta que desapareció en una nube.
Con su Ascensión al Cielo Jesús abre las puertas a todas las criaturas para que podamos seguirle.
La Ascensión es para todos los cristianos un símbolo de esperanza, pues sabemos que Cristo está sentado a la derecha del Padre, intercediendo por nosotros, y un día podremos llegar a Él para gozar de la felicidad eterna.
Y la Virgen en la Reina del Cielo nos cuenta en el día 30, «En cuanto terminó el periodo de los cuarenta días, el amado Jesús enseñó a los apóstoles y dejando a su Mamá como guía y Maestra, nosprometió la venida del Espíritu Santo, y bendiciéndonos a todos partió emprendiendo el vuelo al Cielo junto con aquella gran turba de gente salida del limbo.
Tu Mamá lo siguió al Cielo y asistió a la gran fiesta de la Ascensión, mucho más que para Mí no era extraña la patria celestial, y además sin Mí no habría sido completa la fiesta de mi Hijo ascendido al Cielo.
Ahora escúchame hija mía, nuestro sumo Bien Jesús ha partido al Cielo, y está ante su Padre celestial para abogar por sus hijos y hermanos dejados sobre la tierra.
Él, desde la patria celestial ve a todos, no se le escapa ninguno, y es tanto su amor que deja a su Mamá todavía sobre la tierra para consuelo, ayuda, enseñanza y compañía de sus hijos y míos».
María es ayuda, enseñanza y compañía para nosotros, este libro de oro nos da estas enseñanzas que se hacen vida en cada corazón, nos habla sobre todo del mal de la voluntad humana, de la noche y la oscuridad que trae a nuestra vida, una voluntad humana que actúa sola, sin tener la fusión divina con Él.
Hoy haremos la florecita del día 30 para honrar el acto en que Jesús ascendió al Cielo. Y para eso harás tres genuflexiones pidiéndole a María que te haga ascender en la Divina Voluntad
Con la muerte de Jesús se inició la conquista de las criaturas, comenzó su gloria para todos aquellos que le aman.
La Resurrección es símbolo de en cuanto la criatura hace morir su voluntad humana con la unión de la Voluntad Divina, comienzan las conquistas en el orden divino, la gloria, la alegría, incluso en medio a los mas grandes dolores.
Este acto de la Resurrección donde Jesús venció a la muerte, daba el triunfo sobre la voluntad humana debilitada y casi extinta en el verdadero bien,de hacer triunfar sobre ella la Vida del Querer Divino que debía llevar a las criaturas a la plenitud de la santidad y de todos los bienes divinos.
María nos enseña esto en la Reina del Cielo, y nos explica el día 29, qué significa exactamente hacer la Voluntad Divina y vivir de Ella.
Dice María, «Escúchame hija mía, te quiero hablar como Mamá que ama mucho a su hija. Quiero decirte qué significa hacer la Voluntad Divina y vivir de Ella y el ejemplo te lo damos mi Hijo y Yo.
Nuestra vida estuvo rociada de penas, de pobreza, de humillaciones, hasta ver morir de penas a mi amado Hijo, pero en todo esto corría la Voluntad Divina.
Ella era la vida de nuestras penas, y Nosotros nos sentíamos triunfantes y conquistadores, de cambiar la misma muerte en vida. Tan es así, que, al ver el gran bien, voluntariamente nos ofrecíamos a sufrir, porque estando en Nosotros la Divina Voluntad ninguno se podía imponer sobre Ella ni sobre Nosotros. El sufrir estaba en nuestro poder y lo llamábamos como alimento y triunfo de la Redención, para poder llevar el bien a todo el mundo entero.
Ahora, si tu vida, tus penas, tuvieran por centro de vida la Divina Voluntad, está cierta que el dulce Jesús se servirá de ti y de tus penas para dar ayuda, luz, gracia a todo el universo. Por eso ánimo, la Divina Voluntad sabe hacer cosas grandes donde Ella reina, y en todas las circunstancias mírate en Mí y en tu dulce Jesús y camina adelante».
La enseñanza divina de hoy es unir tu vida a la Resurrección de Jesús, viviendo tus penas con la mirada siempre en María y en Jesús.
Hoy comenzamos otra etapa donde veremos diferentes momentos de la vida de Jesús junto a nuestra dulce Madre.
Ya habíamos hablado anteriormente de algunas etapas de la vida de Nuestro Señor, como fue su Encarnación, su Nacimiento o el momento de la Epifanía.
En estas nuevas catequesis hablaremos de otra etapa de su vida, siempre buscando esa enseñanza divina que nuestra Madre y maestra nos quiere dar.
Los hechos que veremos son concernientes a la vida pública de su Hijo:
La Pasión.
La Resurrección.
La Ascensión.
La Venida del Espíritu Santo.
La Asunción al Cielo de la Reina Mamá.
Hoy hablaremos de la Pasión. La Virgen quiere nuestra compañía a través de unir nuestros actos a los de ella llamando en todo a la Divina Voluntad. Una llamada que se apoya en una decisión firme del alma de querer vivir de Voluntad Divina.
Esto implica un abandono total en Dios:
Viviendo el desapego.
La rectitud en el obrar.
Y viendo el Fiat obrando en todo.
Para ello se tiene que unir tu vida al obrar de Jesús, tus sufrimientos a la Pasión, y cambiar poco a poco tu forma de orar, de obrar y de sufrir. María a través de la Pasión que vive su Hijo quiere mostrarte que el Fiat Divino es exigente, pero que a la vez que exige algo de la criatura da todo lo necesario para obtener de ella el sacrificio que quiere dándole la fuerza divina. María y su Hijo sufrieron penas indecibles, pero no fueron penas forzadas o rechazadas, sino que fueron de oficio. En otras palabras, fueron penas voluntarias animadas por la Voluntad Divina para levantar nuevamente a la voluntad humana caída.
En cada pena de Jesús y de María llamaban a resurgir la voluntad humana en la Voluntad Divina.
Toda la Pasión de Jesús habla de este florecer divino de la criatura. Una Pasión no limitada a las últimas 24 horas de Jesús, sino una Pasión que inicia desde el momento de la Encarnación; durante toda su vida oculta; y una Pasión a la cual nosotros debemos unirnos sobre todo a través del vínculo del sufrimiento y de las pruebas.
La enseñanza divina de hoy es vivir todo en el Fiat Divino, sin olvidar que Jesús dotará a la criatura de todo lo necesario, incluyendo la fuerza divina para llevar junto con Él estas penas.
Hoy finalizamos estas catequesis breves referentes a la vida pública de María con lo que concierne a la vida pública de Jesús. Una vida pública que conocemos gracias a los evangelios y que tuvo una duración de tres años; una vida donde el sufrimiento de Jesús no solo fue en su Pasión. Gracias a esta revelación a la sierva Luisa Piccarreta hemos sabido que este sufrimiento dio inicio desde el mismo instante en que Jesús se encarnó en el vientre de su Madre.
Pero ahora, hablaremos específicamente del sufrimiento de Jesús relacionado con su vida pública, y para esto María nos dice lo siguiente en el día 27:
“si te quisiera decir lo que obró y sufrimos mi Hijo y Yo en estos tres años de su vida pública, me extendería demasiado. Lo que te recomiendo es que en todo lo que puedas hacer y sufrir, tu primer acto y el último sea elFiat Divino.
En el Fiat nos separamos mi Hijo y Yo, y el Fiat me dio la fuerza de hacer el sacrificio. Así encontrarás la fuerza para todo, incluso en las penas que te cuestan la vida, si todo lo encierras en el eterno Fiat. Por eso, dame tu palabra que te harás encontrar siempre en la Divina Voluntad. Así también tú sentirás la inseparabilidad de Mí y de nuestro sumo Bien Jesús”.
Estar siempre en la Divina Voluntad para sentir en nosotros la inseparabilidad de María y de Jesús. María nos habla en este día de este sacrificio de separación de Jesús, con la única intención de enseñarnos que, todo lo que podamos hacer, obrar, sufrir, siempre tiene que estar vinculado con el Fiat, en él encontraremos todo lo necesario para llevar a cabo cualquier sufrimiento.
Un Fiat continuado en todo nuestro obrar, no solo para llevar una pesada cruz o para vivir un gran sufrimiento, sino también para momentos de confusión, de dudas, y por supuesto, para las cosas agradables que nos sucedan en esta vida.
Ver el Fiat obrando en todo y en todos, apartar la mirada de aquel contratiempo o de aquella persona que me hace sufrir; al principio puede ser difícil porque no dejamos de ver, en las personas que hacen y deshacen, su voluntad humana; pero para eso está nuestra Maestra y Madre, que hoy te invita a que le lleves todo, todas tus penas como compañía a su soledad; y en cada pena, humillación, confusión, pondremos un “Te amo” para ella y su Hijo, y así reparar y consolar a Jesús en el rechazo que vivió en su vida pública.
Mamá Divina, tu palabra y la de Jesús desciendan en todos los corazones y formen el Reino de la Divina Voluntad.
Os invitamos a participar en la profundización y práctica de los Excesos de amor durante 9 sábados consecutivos.
Inicio el sábado 19 de octubre y finaliza el sábado 14 de diciembre.
Horarios de los encuentros de Zoom:
España: 21:00 (9 p.m)
México: 13:00 (1 p.m)
Argentina: 16:00 (4 p.m)
Colombia: 14:00 (2 p.m)
«A la edad de diecisiete años, me preparé a la fiesta de la Santa Navidad practicando diferentes actos de virtud y mortificación, honrando especialmente los nueve meses que Jesús estuvo en el seno materno con nueve horas de meditación al día, referentes siempre al misterio de la Encarnación». Luisa Piccarreta.
Siempre hemos meditado este misterio de María y su Hijo presentes en esta boda. Cuando se acaba el vino María interviene: “Hagan lo que Él les dice”. Estas palabras encierran una enseñanza divina explicada en el día 26 de La Reina del Cielo.
“¿Hijos míos, queréis ser santos? Hagan la Voluntad de mi Hijo, no se aparten de lo que Él les dice y tendréis su semejanza, su santidad en vuestro poder;
¿queréis que todos los males cesen? Hagan lo que les dice mi Hijo, ¿queréis alguna gracia, incluso difícil? Hagan lo que les dice y quiere;
¿queréis también las cosas necesarias para la vida natural? Hagan lo que dice mi Hijo, porque en sus palabras, en lo que os dice y quiere, tiene encerrada tal potencia, que en cuanto habla, su palabra encierra lo que pedís y hace surgir en vuestras alma las gracias que queréis”.
Hagamos lo que nos dice Jesús:
Para ser santos, tener su Semejanza y Santidad Divina.
Para que los males cesen.
Para obtener alguna gracia.
Para las cosas necesarias de la vida natural.
Cada uno de los actos de la Vida de Jesús era un continuo llamar al orden a la criatura; si trabajaba con su padre San José; si tomaba alimento; si tomaba reposo; si hacía algún milagro externo… Desde que se encarnó en el vientre de su Madre todo fue una pasión continua de correspondencia y reparación para que sus amados hijos entraran en este Orden Divino.
Por eso, lo primero es entrar en este ambiente divino de fusión de nuestra voluntad con la Voluntad Obrante de Dios.
María también nos dice este día 26 lo siguiente: “Cuántos se ven llenos de pasiones, débiles, afligidos, desventurados, miserables, no obstante que ruegan y ruegan, pero como no hacen lo que dice mi Hijo nada obtienen, el Cielo parece cerrado para ellos. Esto es un dolor para tu Mamá, porque veo que mientras ruegan se alejan de la fuente donde residen todos los bienes, como es la Voluntad de mi Hijo”.
Hacer lo que nos dice Jesús es entrar en esta Voluntad Divina donde reside toda la fuente de todos los bienes divinos.
La enseñanza divina de hoy es que en todas nuestras acciones seamos todo oído para escuchar a nuestra Madre Celestial que nos dice “Hagan lo que les dice mi Hijo”, y así cumplamos en todo su Divina Voluntad.
En el misterio de “Jesús perdido” tenemos la enseñanza sublime del dolor de María por haber perdido a Jesús como símbolo del sacrificio que un día ella debía hacer de la vida de Jesús al Querer Supremo. Esta pena nos sirve de ejemplo y es puesta a nuestra disposición, ya que encierra la fuerza necesaria para sacrificar todo a la Divina Voluntad.
El dolor de la Virgen también encierra nuestro propio extravío; y también nos enseña que al hacer nuestra voluntad la extraviamos a ella y a Jesús.
Y nos enseña sobre todo el valor del sacrificio, pero, ¿qué entendemos por sacrificio? ¿Qué es lo que tenemos que sacrificar? Veamos que nos dice María el día 25 en la Reina del Cielo:
“En este misterio mi Hijo quiere darnos a Mí y a ti una enseñanza sublime. ¿Podrías acaso suponer que Él ignorase lo que Yo sufría? Todo lo contrario, porque mis lágrimas, mi búsqueda, mi crudo e intenso dolor se repercutían en su corazón, sin embargo, durante aquellas horas tan penosas, Él sacrificaba a su Divina Voluntad a su propia Mamá, a Aquella que Él amaba tanto, para demostrarme cómo también Yo, un día debía sacrificar su misma Vida al Querer Supremo.
En esta pena indecible no te olvidé querida mía; pensando que ella te habría servido de ejemplo, la puse a tu disposición, a fin de que también tú pudieras tener, en el momento oportuno, la fuerza de sacrificar toda cosa a la Divina Voluntad”.
Puede ser que ahora no entendamos exactamente a qué se refiere María cuando nos dice: “tener la fuerza de sacrificar toda cosa a la Divina Voluntad.”
Pero ya sabemos que, lo primero ante todo para entrar en este ambiente divino, el primer obstáculo es el querer humano; lo que quiero, lo que espero, lo que deseo de las cosas, de la vida, de diversas situaciones, porque este querer humano debe desaparecer por completo y nuestra voluntad humana libre tome la decisión con propósito firme de querer vivir en esta Voluntad Divina.
La voluntad humana trae oscuridad a nuestra vida, nuestro querer humano nos llena de la búsqueda de nuestro propio interés y reconocimiento, porque nuestra voluntad humana fue hecha, dice María, para estar de manera connatural con la Voluntad Divina que es Luz.
La enseñanza divina de hoy es tomar cualquier sacrificio, no importa que ya lo hayamos vivido o estemos por vivirlo, y unirlo a ese momento de María por la pérdida de Jesús para tomar el bien divino de la fortaleza encerrado en este acto.
En la catequesis pasada estuvimos hablando de la huida de la Familia Sagrada a Egipto, tierra llena de ídolos, y que de igual manera estamos nosotros también llenos de ídolos. Hoy hablaremos de la vida de la Sagrada Familia en la casa de Nazareth.
María nos muestra a través de su vida cotidiana, común, tranquila, en la pequeña casa de Nazareth, como ella junto con Jesús formaban este Reino tan santo, porque todos los actos que ella hacía estaban animados por el Querer Supremo. Nos enseña que no tenemos que realizar grandes actos, o apostolados y ministerios grandiosos, sino que todo lo que hagamos -desde la tarea más simple-, esté animada por la Voluntad Divina.
María en su vida oculta, íntima, sin estragos, ni haciendo cosas importantes en apariencia, formaba este Reino de Luz en sus actos. Ella nos va mostrando todo esto con la única finalidad de que olvidemos nuestra voluntad, y dándole la mano nos pueda dar todos esos bienes divinos que preparó para cada uno de nosotros. Cada uno de esos bienes que Dios depositó en ella: bienes de gracia, de belleza, de santidad; para que ella como Madre los diera a sus hijos. Ella es canal y fuente perenne de donde deben salir todos los bienes a favor de las criaturas.
Ahora María puede bilocar y dar todos esos bienes que ella contiene al alma que así realmente lo quiera.
¿Cómo obtendremos estos bienes? Haciendo siempre la Voluntad Divina. Vivir en ella sin darle vida a la nuestra. Nuestros actos se llenan de Dios llamándole en todo, pero tienen que ser actos vacíos de finalidad propia e interés personal.
Para esto tienes que aprender cómo se vive en este Reino, para quitar de tu vida todo aquello que no es necesario, viviendo la simplicidad, la sencillez, tomando a María como modelo de oración.
Ella misma nos dice el día 25 en la Reina del Cielo lo siguiente: «hay tantos que van a la Iglesia para rogar, pero la plegaria que ellos dirigen a Dios se queda en sus labios, porque su corazón y su mente están lejos de Él. Cuántos van a la iglesia por pura costumbre o para pasar inútilmente el tiempo, estos cierran el Cielo en vez de abrirlo; y ¡cómo son numerosas las irreverencias que se cometen en la casa de Dios! Cuántos flagelos no se podrían evitar en el mundo, y cuántos castigos no se convertirían en gracias, si todas las almas se esforzaran en imitar nuestro ejemplo».
Esto que dice María tiene que hacer que te cuestiones: ¿a qué vas a la iglesia? ¿Para qué haces oración? Dice ella que muchos lo hacen por costumbre o para pasar inútilmente el tiempo.
Y termina diciéndonos ese mismo día: «Solamente la plegaria que sale de un alma en la cual reina la Divina Voluntad, obra en modo irresistible sobre el corazón de Dios, ella es tan poderosa de vencerlo y de obtener de Él las máximas gracias. Ten por eso cuidado de vivir en el Divino Querer, y tu Mamá, que te ama, cederá a tu plegaria los derechos de su poderosa intercesión».
La enseñanza divina de hoy es tener cuidado de vivir todo en el Divino Querer.
Hoy entramos en una nueva serie de breves catequesis que nos llevarán, a través de la vida pública de María, a entrar en sus actos para tomar los bienes divinos internos que contienen.
Este período de su vida es más conocido por nosotros por los Evangelios y los misterios del rosario.
Nos guiaremos de las meditaciones del libro de la Reina del Cielo para entrar en el Ad-Intra de estos actos que son:
El exilio o la huida a Egipto.
La Vida en la casa de Nazareth.
Jesús perdido y hallado en el Templo.
Las bodas de Caná.
La vida pública de Jesús.
El tema de hoy es el exilio o huida de la Familia Sagrada a Egipto.
Un tema recurrente en la Reina del Cielo y sus lecciones es hablarnos del mal de nuestra voluntad a modo de conocimiento, de advertencia, como si nos dijera: “no sigas por ese camino”. Esto nos lo enseña María con ejemplos de su vida.
Estamos en el momento en que la Sagrada Familia tiene que huir a Egipto; y María, a través de este acto, quiere darnos sus lecciones sobre los graves males de la voluntad humana. El ejemplo más claro es el de la matanza de los inocentes llevada a cabo por Herodes, porque al enterarse de que un Rey había nacido, y temiendo ser destronado, decide matar a todos los niños menores de dos años. A partir de esta circunstancia sucede el exilio de la Sagrada Familia.
Ya sabemos que todo lo que hace Jesús tiene un movimiento interno, un bien divino; y es lo que ocurre en este acto del Exilio, símbolo de la llamada a la criatura de que ya no viva más en tierra extraña sino en el Reino del Fiat Supremo. La Virgen sufre con su familia ese dolor de ser exiliada lejos, y por los méritos de ese dolor, nuestra voluntad humana debe salir del exilio de su querer y regresar a la querida patria de la Divina Voluntad.
Egipto simboliza la voluntad humana, una tierra llena de ídolos, pero por donde pasa Jesús echa por tierra estos ídolos. ¿Y cuántos ídolos no posee el querer humano? Ídolos de vanagloria, de estima propia, de pasiones que tiranizan a la pobre criatura. Hacemos ídolos de nuestro trabajo, de la economía, de nuestro cuerpo. Hacemos ídolos a familiares, y hasta de cosas materiales. Toda nuestra felicidad parece depender de cosas que perecen, que tienen fecha de caducidad.
La solución a todo esto nos la da María: “no hagas tu voluntad”. Esto se traduce, no solo en llamar a la Voluntad Divina, sino en un trabajo que debemos ir realizando en nosotros. Somos tierra llena de ídolos; vivimos en el exilio; una vida que es pasajera; poniendo la felicidad y la paz en cosas que terminan. Esa no es la verdadera vida, la vida real y eterna. La Reina del Cielo nos enseña que desde aquí, desde el exilio, podemos aprender a vivir de Cielo.
Estas lecciones de María nos enseñan que toda oscuridad viene de una voluntad humana que actúa sola, aun en las cosas santas. Sus lecciones nos van a ir disponiendo a vivir todo dentro de esta Voluntad Divina, a hacerla nuestra, y a ponerla como centro y principio de toda nuestra vida.
«Mamá dulcísima, cuánto te agradezco que me hagas comprender el gran mal del querer humano, por eso te ruego, por el dolor que sufriste en el exilio en Egipto, que hagas salir mi alma del exilio de mi voluntad, y de hacerme regresar a la querida patria de la Divina Voluntad».
La enseñanza divina de hoy es hacer todas tus acciones unidas a las de María rogándole que entre en el Egipto de tu corazón para cambiarlo todo en Voluntad de Dios.
Hemos estado compartiendo cada semana diferentes momentos de la vida de Jesús y de María, y como cada acto de sus vidas contienen enseñanzas divinas.
En la Encarnación de Jesús hablamos del mal de la voluntad humana actuando sola en la criatura, una enseñanza que nos llega través de los 9 meses que Jesús estuvo en el vientre de su madre.
En el Nacimiento del Niño, María nos habla del desapego al poner en el pesebre a Jesús para darlo a todos.
En el corte de la circuncisión quiso enseñarnos que las penas y sufrimientos son materia prima donde se oculta la Voluntad de Dios.
En el acto de la Purificación nos muestra otra vez el no negar nada a la Voluntad Divina pronunciando siempre el querido y dulce Fiat.
Hoy veremos en la Epifanía cómo nuestra alma puede ser y debe ser madre de Jesús; y con esta catequesis terminamos estos puntos externos de la Vida de Jesús y de María.
El día 23 en la Reina del Cielo, María dice lo siguiente: «Si quieres que te haga de verdadera Madre, hazme poner a Jesús en tu corazón, lo harás feliz con tu amor, lo alimentarás con el alimento de su Voluntad, porque Él no toma otro alimento, me lo vestirás con la santidad de tus obras, Yo vendré a tu corazón y haré crecer de nuevo junto contigo a mi querido Hijo, y haré a ti y a Él el oficio de Madre; así sentiré las puras alegrías de mi fecundidad materna».
María quiere ser tu verdadera Madre, ser madre para ella es darte a su Hijo, ponerlo en tu corazón para que lo hagas feliz y alimentes con su misma Voluntad Obrante en ti. Vistiéndolo con la santidad de tus obras, Ella misma hará crecer a Jesús en tu alma.
En la Epifanía de Nuestro Señor, ella nos invita a ser madres de Jesús, alimentándolo, vistiéndolo con nuestros actos en su Querer, de manera que nuestros actos más pequeños estén llenos de su misma Vida.
Pero, ¿cómo hacer que tu acto, por más pequeño e insignificante que sea, esté lleno de la Vida de su Hijo?
María nos dice: «Haz feliz a Jesús con tu amor», por lo que todos nuestros actos deben ser hechos con pureza de intención para agradar a Jesús.
En la Epifanía Jesús dejó transparentar de su pequeña Humanidad su Divinidad. Los Reyes de Oriente lo reconocieron como Hijo de Dios y estaban extasiados de tal manera que no se hubieran movido si Jesús no hubiera retirado su Divinidad de su Humanidad.
Eso mismo quiere hacer Jesús contigo, llenarte de su misma Vida Divina para formar su perenne morada en tu alma, teniendo en ti el dominio y la posesión. Así María será tu verdadera Madre, y tu alma acogiendo al pequeño Jesús desempeñará el oficio de Madre, alimentándolo y vistiéndolo con su misma Santidad.
La enseñanza divina de hoy es hacer todos nuestros actos, aún el más pequeño, con el deseo de agradar a Jesús.
Te invitamos a acompañarnos en la profundización de cada carta, donde sin duda, eran destinadas a todas las criaturas para transformar nuestro corazón.
Los encuentros de Zoom son en sábados alternos hasta terminar las cartas.
España 15:00 h
México 8:00 h
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Argentina 10:00 h
«Por eso estemos atentas, vivamos como si no tuviésemos otra vida, otra palabra, que solo la Divina Voluntad.» Carta número 43. La pequeña hija de la Divina Voluntad.
Continuamos con estos actos externos de la vida de María y el Niño, donde en la normalidad de sus vidas el Fiat divino parece estar escondido.
Cuando María llevó al Niño Jesús, después de 40 días de estar en la gruta a la purificación en el templo, se encontró allí con el profeta Simeón, quien le vaticinó que una espada le atravesaría el corazón -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- fueron sus palabras en Lucas 2, versículo 34.
Con este ejemplo de su vida -la purificación-, nos enseña cómo podemos llevar la Divina Voluntad en los momentos de dolor y de sacrificio abandonándonos en Dios, y diciendo junto con Él: “Lo que quieras Tú, lo quiero yo”. Haz tuyas esas palabras en los actos pequeños y simples. Tienes que ser fiel en lo poco, para luego serlo en lo mucho.
“Escucha a tu Mamá en tus penas, en los encuentros dolorosos que también a ti no te faltan, cuando sepas que el Querer Divino quiere algún sacrificio de ti, está pronta, no te abatas, sino que repite rápidamente el querido y dulce Fiat, o sea: “lo que quieras Tú, lo quiero yo”, y con amor heroico haz que el Querer Divino tome su puesto real en tus penas, para que te las convierta en moneditas de infinito valor con las cuales podrás pagar tus deudas, incluso aquellas de tus hermanos, para rescatarlos de la esclavitud de la voluntad humana, para hacerlos entrar como hijos libres en el Reino del Fiat Divino, porque tú debes saber que el Querer Divino agradece tanto el sacrificio por Él querido de la criatura, que le cede sus derechos divinos y la constituye reina del sacrificio y del bien que surgirá en medio a las criaturas”. Día 22.
Pronunciar el querido y dulce Fiat de “si lo quieres Tú, lo quiero yo”, en las penas, en las contrariedades, en los encuentros dolorosos, en cualquier circunstancia. ¿Cuáles serán esos encuentros dolorosos? Todo aquello que va en contra de lo que quieres, pues es, en esos encuentros dolorosos, cuando tienes que pronunciar el querido y dulce Fiat.
La enseñanza divina de hoy es, una enseñanza que ya habíamos visto antes, pero que ahora a través de lo que María como maestra y Madre nos enseña se refuerza aún más, y es decir «Fiat» en todo, comenzando por las pequeñas cosas.
Les invitamos a participar en el grupo de lectura Barquita de luz, donde cada semana nos reunimos por Zoom para profundizar en las lecturas del Libro de Cielo.
«Mi Voluntad la ha vaciado de la madera, de las velas, del ancla, del mástil y la ha convertido toda en luz, así que el alma, conforme va haciendo sus actos en mi Querer, se vacía de sí y se llena de luz. El capitán de esta barca soy Yo, Yo la guío de acuerdo a su velocidad, Yo la sumerjo para darle reposo y tener tiempo para confiarle los secretos de mi Querer.» Volumen 13 Noviembre 28, 1921
Los encuentros de Zoom son cada jueves coordinados por Sandra Espinosa. Horarios:
🇦🇷 Argentina 16:30
🇲🇽 México 13:30
🇪🇸 España 21:30
Pueden ponerse en contacto por WhatsApp: +54 9 341 592-3184
Se inician las catequesis de «Generación Divina» donde conoceremos las bases sobre el obrar, el orar y el sufrir en modo divino, tal como vivió Jesús. El camino para cambiar nuestros modos humanos a los modos de Dios.
Las catequesis se inician el lunes 30 de septiembre con los audios de Karlina Delgado y la coordinación de las reuniones de Zoom con Sandra Espinosa. Horarios:
🇦🇷 Argentina 18:00
🇲🇽 México 15:00
🇪🇸 España 23:00
Pueden ponerse en contacto por WhatsApp: +54 9 341 592-3184
Les invitamos a participar en las catequesis de iniciación llamadas «Semillas» sobre los conocimientos de la Divina Voluntad, para aquellos hermanos que quieran conocer este regalo o quieran invitar a aquellos que podrían estar interesados. Pueden ponerse en contacto por WhatsApp o email:
En la catequesis de hoy aprenderemos el significado velado de Jesús sometido al corte de la circuncisión. Un acto externo que por dentroencierra la hermandad con la familia humana, la obediencia de un Dios a las leyes que imperaban, y la materia prima donde se oculta la Vida Divina.
En este acto Jesús nos dice, “soy igual que ustedes, hago lo que hacen ustedes”, pero ahora ese acto natural queda divinizado por Él. Esa primera sangre derramada por el Divino Niño es el primer desembolso que hace para salvar a la humanidad.
Cada acto de Jesús fue para reordenar los actos humanos en la Voluntad Divina. Así debe ser en nosotros.
La Virgen se abandonó por completo, dejándose llevar en todo aquello que el Divino Querer le pedía. Y precisamente este abandono a la obediencia divina nos lo enseña en este acto de llevar a Jesús para ser circuncidado. Ella veía oculta en todo la Vida Divina obrante de Dios.
“No hubo obra o pena que Él sufriera, con la que no tratara de reordenar nuevamente la Divina Voluntad en las criaturas, por eso lo que te debe importar, en todas las circunstancias, incluso dolorosas, humillantes, es el hacer en todo la Divina Voluntad, porque éstas son la materia prima en la cual se oculta para obrar en la criatura, para hacerla adquirir su vida obrante en la criatura”. Día 21.
En todas las circunstancias de tu vida, sin importar si son cosas agradables, o situaciones que no lo son, debes mirarlas como materia prima en la cual está oculta la Voluntad Obrante de Dios, que desea obrar en ti para hacerte adquirir su vida palpitante, su vida obrante. Tu mirada ante situaciones que pueden ser dolorosas o humillantes siempre tiene que ser esa mirada divina que te lleve a ver esta materia prima donde está oculto el mismo Jesús.
La enseñanza divina de hoy es aprender a mirar todo como “materia prima” donde se oculta la Voluntad de Dios.
En el post pasado hablamos del gran mal que hace la voluntad humana separada de Dios. Para quien vive en Voluntad Divina todo es luz y todo se convierte en luz, aún los momentos más difíciles y más oscuros de la vida.
Hoy hablaremos de cómo traer esta luz divina a tu vida a través del desapego.«Tú debes saber que toda mi alegría era tener en mi regazo a mi querido Hijo Jesús, pero el Querer Divino me hizo entender que lo pusiera en el pesebre a disposición de todos, a fin de que quien lo quisiera pudiera acariciarlo, besarlo y tomarlo entre sus brazos como sifuera suyo; era el pequeño Rey de todos, por lo tanto tenían el derecho de hacer de Él una dulce prenda de amor, y Yo para cumplir el Querer Supremo me privé de mis alegrías inocentes, y comencé con las obras y los sacrificios el oficio de Madre, de dar a Jesús a todos». Día 20 de la Reina del Cielo.
Jesús nace, y en este acto la Virgen da una gran lección sobre el desapego. Nos enseña con ejemplos de su vida que debe primar siempre el Divino Querer. Y una cosa nos llevará a la otra, porque para que prime el Divino Querer tengo que hacer mis actos continuos llamando en todo a la Voluntad Divina, haciendo mis pequeños giros, fundiéndome y abandonándome. Queriendo realmente vivir el desapego.
«La Divina Voluntad es exigente, -nos habla María el día 20- quiere todo, incluso el sacrificio de las cosas más santas. Por eso querida hija, sé atenta y no niegues jamás nada a la Divina Voluntad bajo cualquier pretexto».
Lo primero es tener atención de no negar jamás nada a la Divina Voluntad. Por eso, en tus actos, planes, deseos aún santos, tenemos que tener disposición del desapego. La Virgen, con amor materno, hubiera querido tener a Jesús siempre en sus brazos, pero el Querer Divino le hizo entender que lo pusiera en el pesebre a disposición de todos.
Cuando estamos apegados a cosas santas puede impedir que los designios de Dios obren sobre nosotros, y ahí esta el ejemplo de María, si Ella hubiera estado apegada a su vida en el templo donde había crecido, donde era feliz, donde había hecho esa promesa de virginidad, no hubiera aceptado casarse.
Pero para Ella la felicidad no era el estar en tal o cual sitio, no era desempeñar tal o cual oficio, su felicidad era la Divina Voluntad, y Esa la podemos tomar y tener en todo momento y en todo lugar.
No podemos estar apegados a nada, ni a grupos, ni a comunidades, ni a sacerdotes, ni el sacerdote a su feligresía, porque en el momento que lo cambien de parroquia puede sufrir.
De cuántas cosas no se privó nuestra Madre para darle vida a la Vida Divina de Dios, y comenzó el oficio de Madre de dar Jesús a todos.
La enseñanza divina de hoy es aprender a vivir el desapego tal como lo hizo nuestra Madre, tener la disposición de soltar aquello que el Querer Divino nos pida haciendo siempre nuestros actos en unión con la Divina Voluntad .
Hoy comenzamos otra etapa donde veremos diferentes momentos de la vida de Jesús y de María. Cada momento de sus vidas contienen una enseñanza divina, y en la catequesis de hoy veremos el gran mal de la voluntad humana.
“Hija mía, escucha a tu Mamá, ¿ves qué gran mal es hacer tu voluntad? No sólo preparas la noche a tu Jesús y a ti, sino que formas mares de amargura, de infelicidad y de miseria, en los cuales quedas tan arrollada que no sabes cómo salir de ellos. Por eso sé atenta, hazme feliz al decirme: “Quiero hacer siempre la Divina Voluntad”; día 19 del libro La reina del Cielo en el Reino de la Divina Voluntad.
La Virgen siempre habla con mucho énfasis sobre el gran mal de la voluntad humana. Es necesario para nosotros conocer el daño y la oscuridad que produce a nuestras almas una voluntad humana separada de la Voluntad de Dios.
Durante los 9 meses que la pequeñísima Humanidad de Jesús estuvo creciendo en su vientre, la Virgen nos enseña y nos da ejemplos de este gran mal de la voluntad humana, todo narrado por el mismo Jesús a Luisa en la novena de La Santa Navidad.Jesús sufre en el vientre de su madre penas inauditas e indescriptibles. Al principio es difícil imaginar que el seno virginal de María, que es Cielo y Sol a la vez para Jesús, se convierta en un martirio, en un lugar oscuro, estrecho donde apenas puede respirar.
Jesús, al ser Dios y Hombre, puso aparte los mares de alegría y de luz, y se sumergió en los mares de tinieblas, de miseria y de oscuridad que le habían preparado las criaturas. Mares que le formas con hacer tu voluntad humana.
Cada vez que haces tu voluntad formas estos mares de miseria, de oscuridad, de infelicidad, cada vez que haces actos humanos separados de la Voluntad de Dios. Estos actos humanos son como un muro que impide pasar la luz divina de Dios, el hacer actos en unión con la Divina Voluntad traerá luz a tu vida.
Por eso dice Jesús en el volumen 28, «pobrecitos, no están habituados a caminar en los campos de la luz de mi Divina Voluntad, por eso no es maravilla que su inteligencia haya quedado como deslumbrada, pero si se habitúan a mirar la luz verán claro que sólo mi amor podía llegar a tanto; y como amo tanto que se conozca mi Divina Voluntad para hacerla reinar, he querido ser exuberante en el exceso de mi amor que contenía en mi corazón».
La enseñanza divina de hoy es ser atentos en agradar a María y a Jesús diciendo continuamente: ven Voluntad Divina; porque para quien vive de Voluntad Divina todo es luz y todo se convierte en luz, aún en los momentos más difíciles, más oscuros y tristes que puedas tener.
Hoy veremos el último aspecto de la vida de María donde ella nos enseña a ser madres de su Hijo.
María, en la Reina del Cielo, explica qué significa este oficio de ser madre, porque en la Divina Voluntad todos estamos llamados a ser madres de Jesús; estamos hablando a un nivel espiritual ya que, cuando el Fiat Divino toma en ti la vida obrante, amarás todo con amor de madre.
Al hacer tus actos en la Divina Voluntad, ese acto es un acto completo que contiene una vida divina, porque es realizado por la Voluntad Obrante de Dios. Es una vida divina de gracia, una vida divina de oración, una vida divina de santidad.
Dice la Virgen que el amor de madre es el amor heroico, el amor que se contenta con morir para dar vida a quien ha generado. A eso te lleva el Fiat obrante, a dar vida en tus actos y a morir a tu querer humano, para dar siempre vida a esta Vida Divina que se contenta con morir para dar vida a Jesús en nosotros.
El alma en la Divina Voluntad renuncia a hacer actos en voluntad humana, y de sus actos hechos en la Divina Voluntad van saliendo vidas divinas donde la criatura prefiere morir antes que dañar esas Vidas haciendo un acto solo de voluntad humana. Así, se convierte en madre de todos los bienes divinos que contiene ese acto, y por supuesto de Jesús también.
Recuerda las palabras de Jesús, “Si las almas me correspondieran, si todo tomaran de Mí, cuántos cielos y cuántas madres tendría sobre la tierra”. Volumen 11 Mayo 9, 1913
En la Divina Voluntad todos estamos llamados a ser Madres, porque «madre»significa morir para dar vida a la Voluntad Divina.
Finalizamos ya estos 4 aspectos importantes de la vida de María invitándoles a todos a leer y profundizar en el libro: La Reina del Cielo en el Reino de la Divina Voluntad. Allí encontrarán todas estas verdades que hemos hablado.
La enseñanza divina de hoy es aprender a morir a nosotros para dar vida a la Vida Divina, y engendrando actos en Voluntad Divina nos haremos madres de Jesús, porque en esos bienes divinos escondidos está Su Vida.
Tercer aspecto de la vida de Maria: pronunciar Fiat.
Todas estas lecciones de la Reina del Cielo son muros que forman una fortaleza alrededor de tu voluntad humana. Tu mirada va a ir cambiando para que donde quiera que mires veas todo santo, todo sagrado, y puedas pronunciar junto con Ella «Fiat» en todas las circunstancias de tu vida.
Pero, ¿por qué cuesta decir «Fiat»? A veces, es un fiat débil, pequeñito, que se pronuncia en un ámbito de la vida, pero en otro no. Esto sucede porque pones actos movidos de tu voluntad humana aun bajo aspecto de bien. Falta la perseverancia, la firmeza, que hace dejar de lado la inconstancia, y la falta de continuidad en los actos.
La debilidad, la volubilidad, la inconstancia, todo esto es fruto de la voluntad humana, pero Jesús quiere el Fiat de los actos simples y pequeños, no de palabras, sino con los hechos. A veces pasa que queremos decir fiat en acontecimientos grandes y sacrificios que requieren un gran esfuerzo sin haber dicho antes fiat en las cosas pequeñas.
María estando en el templo pronunció «Fiat» en todo, aun en las tareas más sencillas como encender el fuego, barrer… Su regla siempre fue la Divina Voluntad.
Ella nos dice el día 14 “a mis superiores los veía como comandantes de un Querer tan santo, por eso para Mí la campanita, la regla, los superiores, mis acciones, incluso las más humildes, eran alegrías y fiestas que me preparaba el Fiat Divino, que extendiéndose también fuera de Mí me llamaba a extender su Voluntad para formar su Reino en los más pequeños de mis actos”.
La enseñanza divina de hoy es decir fiat en todo, aun en las cosas mas simples y sencillas; tienes que habituarte a decir fiat en los actos pequeños, y de los pequeños pasar a los mayores.
En el segundo aspecto de la vida de María veremos los designios divinos de Dios sobre ella.
María estuvo viviendo en el templo desde la edad temprana de tres años habiéndose consagrado al Señor. Ella pensó que esa sería su vida hasta que llegó el momento de casarse. Para ella fue una sorpresa cuando la Voluntad Divina se lo manifestó a través de sus superiores, comprendió que aquello era un designio divino, y Dios se sirvió de estos designios para llevar a cabo el descendimiento del Verbo.
Y ella, ¿qué hizo? A pesar de su sorpresa confió en la Voluntad Divina porque esta Voluntad jamás hubiera hecho nada para perjudicar su santidad, y con ánimo dijo Fiat. No hizo ni un solo acto de voluntad humana. No dijo nada contrario a estos designios. No hizo ningún movimiento esperando que Dios moviera todo.
Ella nos enseña que en todas las cosas lo que más nos debe importar es la Divina Voluntad, y que los designios de Dios obren sobre nosotros. Por eso nos quiere enseñar la importancia de la confianza en la Voluntad Divina, y el ánimo de decir siempre Fiat.
Puede ser que tengas apegos a cosas, a personas, o a una vida que te has formado; pero hoy, Jesús quiere llevarte por otro camino y los apegos te lo impiden.
Dios le pidió a Abraham el hijo de la Promesa, a pesar de que Él mismo se lo había dado ahora se lo estaba pidiendo. En el día 15 de la Reina del Cielo María te dice esto: “Lo que aparentemente parecía riesgo y como extraño a la santidad de mi vida, Dios se sirvió de ello admirablemente para cumplir sus designios y concederme la gracia que Yo tanto suspiraba”.
Y dice la Virgen que a pesar de su sorpresa pronunció «Fiat», porque ella sabía que la Divina Voluntad no le habría hecho mal ni perjudicado su santidad.
El ejemplo de la Virgen nos lleva a poner en una balanza, algo bueno y santo como es el Matrimonio, pero en el otro lado, ponemos también algo bueno y santo como es la vida religiosa. Sin embargo, tenemos que entender que una de las dos opciones no es mejor que la otra, sino hacer y buscar lo que Dios quiere para ti y así no arruinar sus designios.
Dios tiene unos designios divinos para ti, para llevarlos a cabo en ti y en tu vida, y muchas veces puedes impedírselo, quizás sin darte cuenta. Por eso, tenemos que tener un continuo martirio de atención. Luisa le decía constantemente a Jesús y a María “Dame la gracia de no arruinar los designios divinos que Dios tiene para mí”.
Es importante leer la Palabra de Dios, el Libro de Cielo, acercarte a los Sacramentos, confiar y abandonarte. Hacer actos fundidos en la Humanidad de Jesús para ir tomando la luz que necesitas, y sobre todo estar en paz, porque la paz te hará ver el dedo de Dios obrando en tu vida.
La enseñanza divina de hoy es tener un continuo martirio de atención para llamar a la Divina Voluntad en tus actos. Dejar que Jesús desarrolle su Vida en ti como mejor le place, afrontar los acontecimientos según vayan llegando, y saber que esta Voluntad Divina no hará nada que pueda perjudicar tu santidad.
Primer aspecto general de la vida de María. El Reino de Luz en los actos.
«El Fiat Divino continuaba extendiendo en Mí su Reino, (dice María el día 17) y para ello se servía de los más pequeños actos míos, incluso de los más indiferentes.Formaba sobre mis pequeños actos mares de luz, de gracia, de santidad.Todo es santo, todo es sagrado para quien vive de Voluntad Divina».
Este Reino de Luz divina lo puedes formar tú a través de tus actos simples, naturales y espirituales, voluntarios y no voluntarios, como el latido del corazón o el circular de la sangre, solo basta con que tú quieras hacerlo, y este Reino se irá extendiendo en ti, conquistando tu humanidad, y llenando los vacíos de amor a Dios.
Estos mares de luz, de gracia, de santidad que Dios pone en los actos de María, ella quiere dártelos a ti, pero para dártelos tiene que instruirte, tiene que enseñarte que tus actos deben estar impresos con el espíritu de sacrificio. Este sacrificio será imperceptible en la medida que des vida a la Vida Divina de Dios en ti.
Ahora mismo, en tu corazón puedes tener muchos vacíos de amor a Dios, puede estar lleno de estima propia, de falta de paz, el turbarte por cualquier nimiedad, puedes tener apegos pequeños o grandes a personas, a cosas, y esto te lleva a sentir cansancio incluso en hacer el bien.
Tienes que probar el bien del sacrificio, de tener un continuo martirio de atención, porque esta santidad se hace de cosas pequeñas, de lo simple, de lo cotidiano, de lo más sencillo, como puede ser el respirar. Todo lo que hagas debe llevar esa pureza de intención para que formes también en tus actos, como María, este Reino de Luz Divina.
No persigas ningún fin propio, solo hazlo todo por amor a Dios, porque tu querer debe morir, morir en cada acto a lo que tú quieres o deseas de las cosas, o de las personas. Extiende el Reino en ti llamándole en todo, fundiéndote en la Santa Humanidad de Jesús. Él está en ti, y tú en Él. Este es el sello de caridad perfecta, vívelo todo en Él, con Él y por Él.
La enseñanza divina de hoy es tener un continuo martirio de atención para llamar a la Divina Voluntad en tus actos, ya sea que estés llevando un proyecto grande o simplemente tu vida sea muy sencilla, o quizás estás viviendo un momento complicado en tu vida, o tal vez tienes que tomar una decisión importante.
Llama a Jesús, llama a María, y que ella te de en ese acto sus mares de gracia y de luz. Y no olvides decir Fiat para que este Reino de Luz Divina se extienda en ti, y si no quieres decir Fiat o ves que no tienes la suficiente fuerza para decirlo, llámala a ella, a María y dile: «Uno mi Fiat pobre y débil al tuyo, Mamá santa.»
En la siguiente catequesis conoceremos cuatro aspectos importantes de la vida de María que ella misma, como maestra y madre, nos enseña en el libro de la Reina del Cielo en el Reino de la Divina Voluntad.
Primero. El Reino de luz en los actos.
Segundo. Los designios divinos de Dios.
Tercero. Pronunciar el Fiat.
Cuarto. Ser madres de Jesús.
María desde los tres años estuvo viviendo en el templo, ella pensaba que se quedaría allí toda su vida. De pronto, le llega la noticia de que no es así, tiene que casarse. La vida en el templo era toda su vida, y allí en sus actos cotidianos iba formando el Reino Divino llenando los vacíos de amor a Dios.
Lo mismo pasa con nosotros, cada uno tiene su vida, algunos tendrán grandes e importantes trabajos o hermosos ministerios, y otros llevarán una vida más sencilla, pero no importa, veremos como María desde la sencillez, la humildad, haciendo los actos más simples formó este Reino de Luz Divina.
Ella misma pensaba que estaría allí toda su vida hasta que llega la noticia de que tiene que casarse. Por eso, aprenderemos de la mano de la Mamá santa a no arruinar los designios que Dios tiene para nuestra vida, tal como hizo ella, que acostumbrada a su vida en el templo tuvo que irse.
Y estos designios pueden ser misterios, pero la Vida Divina consiste en dejar obrar libremente a la Voluntad de Dios en ti, aprendiendo a decir Fiat en todo, en las cosas agradables que te puedan pasar, y también en las cosas desagradables. A veces no es tan sencillo decir Fiat, o quizás si lo dices puede ser de la boca para fuera, pero ahí esta María, la más pura y santa madre, que nos enseñará cómo hacerlo, para darnos el regalo más grande: su hijo Jesús.
En el último post hablamos de una enseñanza sublime de la Virgen sobre la privación y el agradecimiento, y en tener todo en Orden a Dios.
Hoy llegamos al final de estos 4 puntos importantes que Ella misma nos narra en el libro de la Reina del Cielo, pero sus enseñanzas no terminan aquí, sino que continuaremos la semana que viene con 4 aspectos generales relacionados también con su vida.
El cuarto y último punto importante del que hablaremos es el misterioso sonido del Querer Divino.
¿Cómo vivir este misterioso sonido del FIAT en todos los acontecimientos de tu vida?
Quizás no estás viviendo en un templo como María, ni en un monasterio; quizás no eres una persona consagrada, sino que estás en una casa, en un trabajo, en una comunidad de la Iglesia; pero no importa donde estés desarrollando tu vida, tú también puedes escuchar al igual que María ese sonido misterioso del Fiat en tu vida.
En el templo Ella realizó las tareas más humildes, más sencillas, cualquier sacrificio para Ella era un honor, un triunfo.
En tu vida también ocurren cosas parecidas, tienes que obedecer aunque no te guste, vives situaciones en tu hogar con tu familia o en tu trabajo que puedes pensar que son injustas o simplemente no te agradan.
Ahora tienes la enseñanza divina de saber qué hacer en esos casos con la familia, con los amigos, con los hermanos, en el trabajo; y es ver en todo a la Voluntad de Dios.
El día 14 en la Reina del Cielo, la Virgen nos habla de una campana, y esa campana que la llama, Ella escucha el sonido misterioso del Querer Divino. Ella va describiendo esa enseñanza divina de que cada situación de tu vida es una campana, una campanita que te lleva a escuchar el Fiat en todo.
Para escuchar este sonido misterioso del Fiat en los acontecimientos que te ocurren, tienes que tener como regla a la Divina Voluntad, sumergir absolutamente todo en el Mar inmenso del Fiat Divino, pensando que aquellas cosas que te pasan te llevan a la santificación.
«Yo no veía nada, todo para Mí era Voluntad de Dios,así que la campanita que me llamaba era el Fiat, Yo oía el sonido misterioso del Querer Divino que me llamaba en el sonido de la campanita, y mi corazón se alegraba y corría para ir donde el Fiat me llamaba. Mi regla era la Divina Voluntad, a mis superiores los veía como comandantes de un Querer tan santo, por eso para Mí la campanita, la regla, los superiores, mis acciones, incluso las más humildes, eran alegrías y fiestas que me preparaba el Fiat Divino, que extendiéndose también fuera de Mí me llamaba a extender su Voluntad para formar su Reino en los más pequeños de mis actos, y Yo hacía como el mar que esconde todo lo que posee y no deja ver otra cosa que agua, así hacía Yo, escondía todo en el mar inmenso del Fiat Divino, y no veía otra cosa que mar de Voluntad Divina, y por eso todas las cosas me llevaban alegrías y fiestas».
Hoy nos quedamos con la enseñanza divina de escuchar esa campanita que nos dice Fiaten cada persona, Fiat en cada situación que nos pase, Fiat en las privaciones económicas, sentimentales, de salud. Fiat en todo. Y que Su Misterioso sonido nos lleve a entrar todo siempre y continuamente en el Querer Divino de Dios.
Iniciamos la primera reunión sobre el estudio de las cartas el sábado 6 de julio, compartiremos el enlace de zoom por nuestros diferentes canales. Horario del encuentro:
España 3 p.m.
Mexico 8 a.m.
Colombia 8 a.m.
Argentina 10 a.m.
El epistolario de Luisa ofrece una riqueza espiritual para todos aquellos que están decididos, con propósito firme, vivir en la Voluntad de Dios. Sus orientaciones y consejos cobran vida cada vez que leemos una de sus cartas. Nos enseñan sobre la paz, los sufrimientos y a entender conceptos muy elevados de cómo vivir de manera práctica la Divina Voluntad.
Estamos hablando, en estos breves textos, de puntos importantes de la vida de María y de cómo nos orienta y nos enseña a vivir nuestra vida en Modo Divino. Hacerle compañía con nuestros actos y cumplir con este primer Deber de Justicia, son los dos primeros pasos que nos enseña nuestra Madre del Cielo para vivir en un Querer tan santo.
Hoy hablaremos de la privación y el agradecimiento.
María nos da un ejemplo con su misma vida para enseñarnos este tercer punto de la privación y el agradecimiento.
Nos quiere mostrar lo que significa tener todo en Orden a Dios.
Ella dice en el día 13 de la Reina del Cielo que, si quieres tener esa fuerza invencible para sufrir las penas más duras, todo tiene que estar en Orden a Dios. Y esto lo irás aprendiendo en la medida que vayas conociendo estas verdades divinas y las pongas en práctica. En tu vida diaria tendrás pequeñas privaciones que serán pequeñas conquistas que podrás hacer si las vives en Orden a Dios. Viviendo esas privaciones dejando que la Divina Voluntad reine en tu alma, abandonándote y confiando en Dios, viendo todo como especialidad de su amor y siendo agradecidos.
La misma Voluntad Divina, en la medida que vivas en Ella llamándola en todos tus Actos, cumpliendo este deber de Justicia de correspondencia, confiados y abandonados, te irá llenando de mares de Gracia, de Santidad y de Luz hasta hacerte sentir feliz en las pruebas.
María, al separarse de sus padres cuando fue al templo, te muestra qué es tener todo en Orden a Dios. Es vivir todo como un regalo de Dios para ti, ésta es la clave para tener fuerza invencible y sufrir las penas más duras. Es aprender de las pequeñas privaciones de todos los días que Jesús permite en tu vida, y siempre vivir cualquier privación en agradecimiento a Dios, por todo y por todos.
Entrar en este ambiente divino del agradecimiento te llevará a ver todo en tu vida como especialidad de su Amor hacia ti.
“El agradecer al Señor y poner nuestros actos en sus manos como prenda de nuestro amor, (dice María el día 13), son nuevos canales de gracias y comunicaciones que se abren entre Dios y el alma, y el homenaje más bello que se puede rendir a quien tanto nos ama. Por eso, aprende de Mí a agradecer al Señor de todo lo que dispone de ti, y en todo lo que estás por hacer sea tu palabra: “Gracias, ¡oh! Señor y pongo todo en tus manos.”
Hoy nos quedamos con la enseñanza divina de vivir las privaciones (ya sean físicas, materiales, sentimentales, no importa del índole que sean) siendo agradecidos con Dios, porque esas privaciones que vivamos nos llevarán a la Santidad Divina.
La semana pasada hablamos en el primer punto de cómo hacerle compañía a María y a Jesús a través de nuestros actos llamando a la Voluntad Divina en todo.
Hoy hablaremos del segundo punto, El Primer Deber.
María explica el día 11 del libro de la Reina del Cielo lo siguiente:
El primer deber en todos tus actos sea adorar a tu Creador, conocerlo y amarlo, esto te pone en el orden de la Creación, y ven a reconocer a Aquél que te ha creado; éste es el deber más santo de cada criatura, reconocer su origen.
María realiza este primer deber tomando todo el Amor de Dios, todo ese Amor que Dios sacó fuera para cada uno de nosotros; Ella lo toma y le corresponde al Padre en nuestro nombre.
Ella, realizando este Primer Deber y teniendo como Vida la misma Vida Divina de Dios, te enseña que ahora debes cumplir también tú con este primer deber hacia tu Creador. Así, todas tus oraciones, tus obras, tus sufrimientos, queden arropados por este Primer Deber, que es reconocer a Dios en todo y en todos.
Ella fue recogiendo todo el Amor que Dios había esparcido en todo lo creado, y ofreció a Dios la correspondencia de amor dando gracias a nombre tuyo y a nombre de todos
Ahora nos asociamos a esta Voluntad Divina con nuestros actos, para hacerle compañía a Jesús y María, y darle en nuestras obras el cumplimiento de este primer deber de correspondencia a nombre nuestro y de todos.
Hoy nos quedamos con la enseñanza divina de dejar el estribillo: “Te amo, te adoro, te bendigo y te agradezco”, no solo en todo lo creado, sino también en acontecimientos y pruebas que pasen en nuestra vida. Dejar el estribillo en cosas que nos agradan o situaciones favorables y también cumpliendo con este primer deber en situaciones difíciles.
El epistolario de Luisa ofrece una riqueza espiritual para todos aquellos que están decididos, con propósito firme, vivir en la Voluntad de Dios.
Sus orientaciones y consejos cobran vida cada vez que leemos una de sus cartas. Nos enseñan sobre la paz, los sufrimientos y a entender conceptos muy elevados de cómo vivir de manera práctica la Divina Voluntad.
Te invitamos a acompañarnos en este nuevo recorrido que, sin duda, nos sorprenderá y transformará nuestro corazón.
Los encuentros comenzarán en el mes de julio y serán una vez al mes, hasta terminar las cartas. Fiat.
Hoy vamos a ver diferentes puntos importantes de la vida de María en el Reino Divino para comprender mejor todo lo que Ella nos va contando en el libro de la Reina del Cielo.
Estos puntos serán los siguientes.
1. Hacerle compañía. 2. Cumplir con nuestro deber de justicia a Dios. 3. La privación y el agradecimiento, vivirlo dentro del mar inmenso del Fiat. 4. El sonido misterioso del Querer Divino.
Ahora hablaremos del primer punto: Hacer compañía a María y Jesús.
Una compañía que es a través de tus actos, para que Ella como Madre forme en ti, no niños juguetones, sino una copia semejante a Ella y a su hijo Jesús.
El conocimiento de estas verdades dará a tus actos, Vida Divina. Y Ella nos enseña cómo quiere esa compañía de esos actos que hagas, a través de las florecitas diaria que nos presenta en la Reina del Cielo.
Estos actos adquieren el valor del conocimiento que tengas de la Divina Voluntad, y cada acto que hagas, tanto los naturales como los espirituales, se deben vaciar de la intención humana, sea que estés caminando, durmiendo, rezando, leyendo, hablando.
Si caminas, es porque quieres siempre dirigir tus pasos a Dios trayendo en tus pasos los pasos de todos, sabiendo que María, La Reina Mamá, cuando caminaba, en cada paso llamaba a tus pasos.
Si oras, tu oración encierra las oraciones de todos, sabiendo que María Santa en cada oración llamaba a la tuya, y así de todos los demás actos.
Ella quiere tu compañía, pero no la compañía que has conocido hasta ahora. Ella misma te enseña esa compañía a través de tus actos fundidos en los de su hijo Jesús.
Tu vida, no solo fue rehecha y reparada por Jesús, sino también por la Reina nuestra Madre que quiere formar su pueblo con la legión de las
almas reinas.
Hoy nos quedamos con la enseñanza divina de tener siempre presente en cada acto que hagamos que, María también en sus actos encerró los míos, los llamó, los rehizo y los reparó. Ahora, llamando a la Divina Voluntad me asocio con mis actos a los de María y Jesús.
Los 6 pasos que la Reina Mamá le explica a Luisa en la Reina del Cielo.
1er paso – Purificación del germen humano: El Querer Divino pone en el alma el Orden Divino. 2o paso – Vacíate de tu querer: Para que la Madre celestial pueda llenarnos de todo lo de Ella, de todos esos mares infinitos de potencia, de sabiduría, de amor, que la Trinidad había vertido en Ella y que Ella quiere también derramarlo, verterlo en nosotros; tenemos que estar vacíos de nuestro querer humano. 3er paso – Dominio sobre todo: El Fiat supremo realizó el tercer paso en la pequeña humanidad de María haciéndola dominadora de todo. El Querer Divino también quiere hacer en ti este tercer paso si con propósito firme te decides a no dar más vida a tu voluntad humana. Y la Virgen también nos narra de un 4º y un 5º paso, la prueba y el triunfo de ella. Nos quiere explicar que la prueba es necesaria, que no podemos decirle a Dios “me has amado y te he amado”, si no pasamos por la prueba porque ésta pone al seguro todos los bienes que Dios nos quiere dar. 6o paso – La posesión: la posesión de todas las propiedades divinas del Acto único de Dios, de su Divino Querer, de todas sus obras, de todo lo que ha hecho en la Creación, en la Redención y en esta obra divina de la Santificación. La posesión de TODOS su bienes divinos.
Estos 6 pasos simbolizan los 6 días de la Creación, y el séptimo día, Dios reposó en sus obras. La divinidad quiso hacer con su Fiat seis pasos en María, y Ella nos llevará regenerados en su materno corazón.