«Hija mía, el verdadero amor no sabe hacer nada, ni sufrir, si no hace partícipe a aquella que me ama; cómo es dulce la compañía de las personas queridas en las penas, su compañía me mitiga las penas y me siento como si me dieran de nuevo la vida, y sentirme dar de nuevo la vida por vía de penas es el amor más grande que Yo encuentro en la criatura, y Yo le doy de nuevo mi Vida en correspondencia».
“Hija mía, entre tantos títulos que tiene la cruz, tiene el título de un día festivo, porque cuando se recibe un don, ¿qué cosa sucede? Se hace fiesta, se goza, se está más alegre; ahora, la cruz siendo el don más precioso, más noble y hecho por la persona más grande y única que existe, resulta más agradable y lleva más fiesta, más gozo que todos los otros dones. Entonces, tú misma puedes decir qué otros títulos se puede dar a la cruz”.
“Hija, la cruz es parte de la vida, y solamente no la ama quien no ama la propia vida, porque sólo con la cruz injerté la Divinidad a la humanidad perdida; sólo la cruz es la que continúa la Redención en el mundo, injertando a cualquiera que la recibe en la Divinidad; y quien no la ama significa que no sabe nada ni de virtudes, ni de perfección, ni de amor de Dios, ni de verdadera vida; sucede como a un rico que habiendo perdido las riquezas se le presenta un medio para adquirirlas de nuevo, y tal vez de más; ¿cuánto no amaría este medio? ¿Y no pondría acaso la propia vida en este medio para encontrar de nuevo la vida en las riquezas? Así es la cruz, el hombre se había vuelto pobrísimo, y la cruz es el medio no sólo para salvarlo de la miseria, sino para enriquecerlo con todos los bienes; por eso la cruz es la riqueza del alma”.
“Hija mía, los sufrimientos, las cruces, son como tantos citatorios que Yo envío a las almas, si el alma acepta estos citatorios, ya sea que anuncien al alma que debe pagar alguna deuda, o que sean un aviso para que haga alguna adquisición para la vida eterna, si el alma me responde con la resignación a mi Voluntad, con el agradecimiento, con la adoración a mis santas disposiciones, inmediatamente nos ponemos de acuerdo, y el alma evitará muchos inconvenientes, como ser citada nuevamente, poner abogados, hacer juicio y sufrir la condena del juez. Con sólo responder a la cita con la resignación y con el agradecimiento suplirá a todo esto, porque la cruz le será citatorio, abogado y juez, sin necesitar otra cosa para tomar posesión del reino eterno. Pero si no acepta estos citatorios, piénsalo tú misma, en cuántos abismos de desgracias, de problemas se mete el alma, y cuál será el rigor del juez al condenarla por no haber aceptado a la cruz por juez, la cual es mucho más moderada, más compasiva, más inclinada a enriquecerla en vez de juzgarla, más atenta a embellecerla que a condenarla”.
Volumen 23 – Septiembre 8, 1927 “Hija mía, los dos sufrimos al separarnos, pero nuestro dolor fue sufrido en modo divino, no humano, y por eso no se separa ni de la felicidad, ni de la paz imperturbable. Feliz partí al desierto, feliz quedó la Alteza de mi Mamá Celestial, porque el dolor sufrido al modo divino no tiene virtud de ensombrecer mínimamente la divina felicidad, que contiene mares de alegría y de paz interminable, son como las gotitas de agua en el inmenso mar los dolores sufridos al modo divino, que la fuerza de las olas tienen virtud de cambiarlos en felicidad”.
“ ¡Ah! Hija mía, muchos no lo creen, Que las espinas penetraron hasta dentro de la boca. Es tan feo el pecado de la soberbia, que es veneno para el alma y el cual la mata; así como quien tiene una cosa atravesada en la boca, y ésta le impide que tome algún alimento para darle vida al cuerpo; así la soberbia impide la Vida de Dios en el alma; por eso quise sufrir tanto por la soberbia humana; y con todo esto, la criatura llega a tanta soberbia, que ebria de soberbia pierde el conocimiento de sí misma y llega a matar su cuerpo y su alma”.
“ Hija mía, todo es tuyo: Mis sufrimientos, y todo Yo mismo, te hago don de todo”. Después ha agregado: “Hija mía, ¡ cuánto me hacen las criaturas, que sed tienen de pecados, que sed de sangre! No quisiera Yo hacer otra cosa que abrir las entrañas de la tierra e incendiarlos a todos”. Y yo: “Señor, ¿Qué dices? Me dijiste que eres todo mío, y uno que se da a otro no es ya dueño de si mismo; yo no quiero que hagas esto, y Tú no debes hacerlo. Si quieres satisfacción de mí, hazme sufrir lo que quieras, estoy dispuesta a todo”.
“Hija mía, no fueron solo las manos y los pies los que fueron clavados en la cruz, sino todas las partículas de mi Humanidad, del alma y de la Divinidad quedaron clavadas todas en la Voluntad del Padre, porque la crucifixión fue Voluntad del Padre, por eso quedé todo, en su Voluntad, clavado y transmutado, esto era necesario porque ¿Qué cosa es el pecado sino un retirarse de la Voluntad de Dios, de todo lo que es bueno y santo que Dios nos ha dado, creerse por sí mismo algo, y ofender al mismo Creador? Y Yo para reparar esta audacia y este ídolo propio que se hace la criatura de sí misma, quise perder del todo mi voluntad y vivir de la Voluntad del Padre, a costa de gran sacrificio”.
“¿Quién quiere seguir y ser amigo o discípulo de un pobre calumniado, humillado, despreciado? Ninguno, por el contrario sienten miedo, horror de acercarse, y llegan a desconocer a aquél con quien antes tenían amistad, como hizo Conmigo San Pedro. Así que es inútil esperar amigos cuando la pobre criatura se encuentra bajo la opresión de las humillaciones, desprecios y calumnias, por eso se necesita hacer amigos cuando el Cielo nos sonríe y la fortuna nos quisiera poner sobre el trono, si queremos que el bien, las obras que se quieren tengan la vida y la continuación en las otras criaturas. Yo con hacerme de amigos cuando sembraba milagros y triunfos, que llegaban a creer que Yo debía ser su Rey sobre la tierra, y que por haber sido mis discípulos debían ocupar los primeros puestos junto a Mí, a pesar que me abandonaron en mi Pasión, cuando mi Resurrección proclamó mi pleno triunfo, los apóstoles volvieron a creer, se reunieron entre ellos y como triunfadores siguieron mi doctrina, mi Vida, y formaron la Iglesia naciente. Si Yo hubiera puesto atención a que debían huir de Mí y no los hubiera hecho mis discípulos en el tiempo de mis triunfos, no habría tenido quién hablara de Mí después de mi muerte, quién me hiciera conocer”.
“Hija mía, el camino de la cruz es un camino lleno de estrellas, conforme se camina, esas estrellas se cambian en soles luminosísimos. ¿Qué felicidad será para el alma por toda la eternidad el estar circundada por estos soles? Además, el premio grande que doy a la cruz es tal, que no hay medida, ni de largo ni de ancho, es casi incomprensible a las mentes humanas, y esto porque al soportar las cruces no puede haber nada de humano, sino todo divino”.
“Y Él: “Hija mía, estas son las cruces del desengaño, que tengo siempre listas para desengañar a las criaturas”. Ahora, mientras esto decía, nos hemos encontrado en medio de las gentes, y el bendito Jesús, no apenas veía a uno que se apegaba a las criaturas, tomaba de aquel fajo la cruz de la persecución y se la daba, y aquél viéndose perseguido, mal visto, quedaba desengañado y comprendía qué eran las criaturas y que sólo Dios merece ser amado. Si algún otro se apegaba a las riquezas, tomaba de aquel fajo la cruz de la pobreza y se la daba, y aquél viéndose esfumadas las riquezas, empobrecido, comprendía que todo es humo acá abajo y que verdaderas riquezas son las eternas, y por lo tanto a todo lo que es eterno apegaba su corazón. Si otro se ataba a la propia estima, al saber, el bendito Jesús con toda dulzura tomaba la cruz de las calumnias y de las confusiones y se la daba, y aquél, confundido, calumniado, se quitaba como una máscara y comprendía su nada, su ser, y todo su interior lo ordenaba en orden sólo a Dios y no más a sí mismo. Y así de todas las otras cruces”.
“Mientras se es nada se puede ser todo, ¿pero en qué modo? Se llega a ser todo con el sufrir. El sufrir hace que el alma se vuelva pontífice, sacerdote, rey, príncipe, ministro, juez, abogado, reparador, protector, defensor. Y como el verdadero sufrir es el sufrir querido por Dios en nosotros, si el alma se une en todo a su Querer, esta unión, unida al sufrir, hace que el alma impere sobre la justicia, sobre la misericordia de Dios, sobre los hombres y sobre todas las cosas. Ahora, así como a Cristo el sufrir le dio todas las más bellas cualidades y todos los honores y oficios que naturaleza humana puede contener, así el alma, participando en el sufrir de Cristo participa de las cualidades, de los honores y de los oficios de Cristo, que es el Todo”.
“La cruz dispone al alma a la paciencia. La cruz abre el Cielo y une juntos Cielo y tierra, esto es, Dios y el alma. La virtud de la cruz es potente y cuando entra en un alma tiene la virtud de quitar la herrumbre de todas las cosas terrenas, no sólo eso, sino que da el aburrimiento, el fastidio, el desprecio de las cosas de la tierra, y a cambio le da el sabor, el agrado de las cosas celestiales, pero por pocos es reconocida la virtud de la cruz, por eso la desprecian”.
“Amada mía, ¿quieres saber cuándo una obra se hace por la persona amada? Cuando encontrando sacrificios, amarguras y penas, tiene virtud de cambiarlas en dulzuras y delicias, porque esta es la naturaleza del verdadero amor, la de transformar las penas en alegrías, las amarguras en dulzuras, si se experimenta lo contrario es señal de que no es el verdadero amor el que obra. ¡Oh, en cuántas obras se dice: lo hago por Dios, pero en las dificultades retroceden!, con esto hacen ver que no era por Dios, sino por el propio interés y el placer que sentían”. Después ha agregado: “Generalmente se dice que la propia voluntad estropea todas las cosas e infecta las obras más santas, sin embargo si esta voluntad propia está conectada con la Voluntad de Dios, no hay otra virtud que la pueda superar, porque donde hay voluntad hay vida en el obrar el bien, pero donde no hay voluntad hay muerte en el obrar, o bien se obrará fatigosamente como si se estuviera en agonía”.