«Hija bendita, el más dulce recuerdo que más inmensamente agradezco, es cuando la criatura recuerda mi amor en la Creación, de modo especial la del hombre; nuestro amor se desahogó más que una madre cuando pone fuera, a la luz del día a su querido hijo. Nuestro amor corría, corría para encerrarlo en Él, a fin de que dondequiera, dentro y fuera de sí, pudiese encontrar el apoyo de nuestro amor que le dice: ‘Te amo, te amo”.
“Hija mía, conforme vas repitiendo lo que te he enseñado, así me siento herido por mi mismo amor; cuando te lo enseñé Yo, te herí a ti con mi eterno amor, cuando me lo repites tú, me hieres a Mí, y aún con solo recordar mis palabras y enseñanzas, son heridas que me das. Si me amas, hiéreme siempre”.
«Hija mía, el amor obraba potentemente en mi Madre. El amor la consumía toda en Mí, en mis llagas, en mi sangre, en mi misma muerte y la hacía morir en mi amor; y mi amor, consumiendo el amor y a toda mi Madre, la hacía resurgir de amor nuevo, o sea, toda de mi amor. Así que su amor la hacía morir, mi amor la hacía resurgir a una vida nueva toda en Mí, de una mayor santidad y toda divina. Así que no hay santidad si el alma no muere en Mí; no hay verdadera vida si no se consume toda en mi amor».
“El Amor soy Yo, y si tú sientes el amor, cierto es que estoy contigo”. “Luisa, tú eres mi paraíso en la tierra, y tu amor me vuelve feliz”.
“Escúchame bien hija mía y comprenderás lo que Yo te digo. No hay cosa creada que no tenga vida de mi corazón, todas las criaturas son como tantas cuerdas que salen de mi corazón y que tienen vida de Mí, por eso por necesidad y naturalmente todo lo que hacen repercute en mi corazón…
Y yo: “¡Oh! mi Jesús, amor eres Tú, eres todo amor, y amor yo quiero, amor deseo, amor suspiro, amor yo suplico y te ruego amor… “De amor quieres tú que te hable? Escucha hija amada mía mi vida de amor: Si respiro te amo; si me late el corazón, mi latido te dice amor, amor, son locuras de amor por ti; si me muevo, amor te agrego, de amor te inundo, de amor te circundo, de amor te acaricio, de amor te flecho, de amor te saeteo, de amor te atraigo, de amor te alimento y agudos dardos te mando al corazón”.
“Hija mía, mi Amor siente una irresistible necesidad de que se multipliquen las almas que viven de mi Querer, porque estas almas son los lugares de mis reencuentros. Mi Amor quiere hacer el bien a todos, pero las culpas me impiden verter sobre ellas mis beneficios, por eso voy buscando a estas almas, y como en estas almas no soy impedido de derramar mis gracias, las derramo, y por medio de estas almas toman parte los pueblos y las personas que las circundan. Por eso, por cuantas más encuentros de tal género tenga en la tierra, tanto más desahogo tiene mi Amor y más se derrama en beneficios en pro de la humanidad”.
«El amor la hace generar, el amor la hace producir, el amor la hace crear, el amor la hace conservar y da continua vida a todas sus operaciones, así que si no tuviera amor, no obraría y no tendría vida. Ahora, las criaturas no son otra cosa que chispas salidas del gran fuego de Amor de Dios, y su vida recibe vida y actitud de obrar de esta chispa, así que también la vida humana recibe vida del Amor; pero no todos se sirven de ella para amar, para obrar lo bello, lo bueno, para todo su obrar, sino que transformando esa chispa la usan: quien para amarse a si mismo, quien a las criaturas, quien a las riquezas, y quién hasta a las bestias, todo esto con sumo desagrado de su Creador, que habiendo hecho salir estas chispas de su gran fuego, anhela recibirlas todas de nuevo en Sí, pero más engrandecidas, como otras tantas imágenes de su Vida Divina».
“Basta, basta, no sigas adelante, tú quieres hablar de misericordia, ¿y de la justicia qué haremos? Lo he dicho y te lo repito, es necesario que la justicia tenga su curso”. (3) Por lo tanto he repetido: “No hay remedio, ¿y para qué dejarme en esta tierra cuando no puedo aplacarte más y sufrir yo en lugar de mi prójimo? Siendo así es mejor que me hagas morir”. Mientras estaba en esto veía a otra persona detrás de las espaldas de Jesús bendito, y me ha dicho casi haciéndome señas con los ojos: “Preséntate a mi Padre y ve qué cosa te dice”. Yo me he presentado toda temblando, y apenas me ha visto me ha dicho: (4) “¿Qué quieres que has venido a Mí?” (5) Y yo: “Bondad adorable, misericordia infinita, sabiendo que Tú eres la misma misericordia, he venido a pedirte misericordia, misericordia para tus mismas imágenes, misericordia para las obras creadas por Ti, misericordia no para otros, sino para tus mismas criaturas”. Y Él me ha dicho: (6) “¿Entonces es misericordia lo que tú quieres? Pero si quieres verdadera misericordia, la justicia después de que se haya desahogado, producirá grandes y abundantes frutos de misericordia”.
“Hija mía, si además del alimento del amor me das el pan de tu paciencia, porque el amor paciente y sufriente es alimento más sólido, más sustancioso y tonificante, porque si el amor no es paciente se puede decir que es amor vacío, ligero y sin ninguna sustancia, así que se puede decir que faltan las materias necesarias para formar el pan de la paciencia. Por eso si tú me das este pan, Yo te daré el pan dulce de la gracia”.
Esta mañana el bendito Jesús se hacía ver en mi interior en acto de recrearse y aliviarse de tantas amarguras que le dan las criaturas, y ha dicho estas simples palabras: “Tú eres mi Paraíso en la tierra, mi consuelo”. Y ha desaparecido.
“Hija mía, no hay cosa que pueda superar al amor, ni la doctrina, ni la dignidad, mucho menos la nobleza ¿pero quién llega a hacerme su propio objeto? El amor. ¿Quién llega a comerme como se hace con un alimento? El amor. Quien ama me devora; quien me ama, en cada partícula de su ser encuentra fundido mi Ser. Hay diferencia entre quien me ama de verdad y los demás, de cualquier condición o cualidades que sean, la diferencia es como la que hay entre quien conoce un objeto precioso, lo aprecia, lo estima, pero no es cosa suya, y entre quien posee aquel objeto precioso como propio. Así que el amor suple la doctrina y la supera, suple a la dignidad y supera todas las dignidades, dándole la dignidad divina, suple por todo y supera todo”.
“Hija mía, si quieres estar siempre transformada en Mí, más bien, ser una sola cosa Conmigo, ámame siempre y mantendrás la transformación Conmigo, porque el amor es fuego, y cualquier leño que se arroja en el fuego, pequeño o grande, verde o seco, todos toman la forma de fuego y se convierten en el mismo fuego, y después que estos leños han quedado quemados, no se discierne más cuál era un leño y cuál el otro, ni el verde ni el seco, no se ve otra cosa que fuego, así el alma cuando no cesa jamás de amarme. El amor es fuego que transforma en Dios, el amor une, sus llamas invisten todas las obras humanas y les da la forma de las obras divinas”.
“Hija, estoy buscando el pincel de tu voluntad para poder pintar mi imagen en tu corazón, porque si no me das tu voluntad me falta el pincel para poder pintarme libremente en ti, y así como la voluntad me sirve de pincel en mis manos, así el amor me sirve de pintura para poder imprimir la variedad de los colores de mi imagen. Además de esto, así como la voluntad humana me sirve de pincel, así mi Voluntad sirve de pincel en manos del alma para pintar su imagen en mi corazón, y en Mí encontrará abundante tinta de amor para la variedad de los colores”.
“Estaba meditando en el momento cuando la Reina Mamá daba la leche al niño Jesús y decía entre mí: “¿Qué podía pasar entre la Mamá Santísima y el pequeño Jesús en este acto?”… Hija mía unido a la leche chupaba el amor de su corazón, y era más amor… oía decirme: “Te amo, te amo, ¡oh, Hijo!”. Yo le repetía a Ella: “Te amo, te amo, ¡oh, Mamá!”. Y no era Yo solo el que lo decía, a mi te amo, el Padre y el Espíritu Santo, la Creación toda, los ángeles, los santos, las estrellas, el sol, las gotas de agua, las plantas, las flores, los granitos de arena, todos los elementos corrían junto a mi te amo y repetían: “Te amamos, te amamos oh Madre de nuestro Dios en el amor de nuestro Creador””.
“He aquí el por qué todas mis miras, mis premuras y mis intereses son hacer conocer mi Divina Voluntad y hacerla reinar en medio a las criaturas, porque entonces cada criatura será un tabernáculo vivo, no mudo sino hablante, y no estaré más solo, sino que tendré mi perenne compañía, y con mi Divina Voluntad bilocada en ellas tendré mi compañía divina en la criatura. Entonces tendré mi cielo en cada una de ellas, porque el tabernáculo de mi voluntad Divina posee mi cielo en la tierra”.
“Amada mía, ¿cuál quieres, mi corazón o el tuyo? Si quieres el mío te tocará sufrir más; pero debes de saber que he hecho esto para hacerte pasar a otro estado, porque cuando se llega a la unión se pasa a otro estado, que es el de la consumación, y el alma para pasar a este estado de perfecta consumación, tiene necesidad, o de mi corazón para vivir, o del suyo todo transformado en el mío, de otra manera no puede pasar a este estado de consumación”.
“Hija mía, quien verdaderamente me ama y en todo hace mi Querer, su latido y el mío son uno solo, así que Yo los llamo latidos míos, y como tales los quiero en torno y aun dentro del latido de mi corazón, todos dedicados a consolarme, a endulzar todos mis latidos dolorosos, y su latido en el mío formará dulce armonía que me repetirá toda mi Vida, me hablará de las almas obligándome a salvarlas. Pero, hija mía, para hacer eco a mi latido, ¡qué desapego se necesita, debe ser más vida de Cielo que de tierra, más Divina que humana! Basta sólo una sombra, una pequeña cosa para hacer que el alma no sienta la fuerza, las armonías, la santidad de mi latido, y por lo tanto no haga eco al mío, no armonice junto Conmigo, y Yo me veo obligado a quedarme solo en mis dolores o en mis gozos, y estos dolores los tengo por las almas que, quién sabe cuánto me prometían, pero a la hora de llevarlas a cabo he quedado defraudado de sus promesas”.
“La obediencia quiere que escriba algo acerca de cómo me preparo y cómo agradezco a Jesús bendito en la comunión.Yo no sé decir nada, porque mi dulce Jesús viendo mi incapacidad y que no soy buena para nada, hace todo por Sí mismo: Él prepara mi alma, y Él mismo me suministra el agradecimiento y yo lo sigo. Ahora, el modo de Jesús es siempre inmenso, y yo junto con Jesús me siento inmensa, me da sus mismas cosas, sus méritos, sus vestiduras, sus obras, sus deseos, en suma, todo Sí mismo, y si se necesita, también lo que ha hecho la Mamá Santísima, lo que han hecho los santos, porque todo es suyo”.
“Por eso es hija mía la estrecha necesidad, para quien quiere amar, reparar, sustituirse por todos, el hacer vida en mi Querer, donde todo brota, las cosas se multiplican por cuantas se quieran, donde todas las cosas quedan acuñadas con el sello divino, y este sello divino forma otras fuentes, cuyas olas impetuosas se elevan, y se elevan tanto, que al romper inundan todo y hacen bien a todos. Por eso siempre, siempre en mi Querer, ahí te espero, ahí te quiero”.
“Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se ha hecho ver y tenía entre sus brazos a muchos pequeños corderitos, uno apoyado sobre su pecho, otro en los hombros, otro estrechado a su cuello, uno a la derecha y uno a la izquierda de sus brazos, algunos sacaban su cabecita de dentro de su corazón, pero los pies de todos estos corderitos estaban todos en el corazón de Nuestro Señor, y el alimento que les daba era su aliento; estaban todos con su boca dirigida hacia la boca de mi dulce Jesús para recibir su aliento para alimentarse. Era bello ver como Jesús tomaba sumo deleite, todo atento a nutrirlos y hacerse feliz junto con ellos; parecían tantos partos salidos de su corazón santísimo. Entonces dirigiéndose a mí me ha dicho: “Hija mía, estos corderitos que tú ves en mis brazos son los hijos de mi Voluntad, parto legítimo de mi Querer Supremo; saldrán de dentro de mi Corazón, pero sus pies quedarán en el centro de mi corazón para hacer que nada tomen de la tierra, de nada seocupen sino de sólo de Mí. Míralos cómo son bellos, cómo crecen limpios, nutridos, alimentados sólo con mi aliento; serán la gloria, la corona de mi Creación”.
“Hija mía, mi Divina Voluntad es latido sin corazón, la criatura es corazón, Ella es el latido. Mira que unión inseparable hay entre mi Fiat y la criatura: el corazón es nada, no tiene ningún valor sin el latido, con el latido se constituye vida de la criatura, pero el latido no puede palpitar sin el corazón. Tal es mi Divina Voluntad, si no tiene la nada del corazón de la criatura, no tiene donde formar su latido de vida para desarrollar y formar su Vida Divina”.
“Mi Voluntad es como el latido en la criatura, si Ella late armoniza la santidad, armonizan las virtudes, armoniza entre el Cielo y la tierra; su armonía se extiende hasta la Trinidad Sacrosanta, he aquí por qué para ti es mi latido el que se ofrece como celda para encerrarte dentro, y latiendo con un solo latido armonices entre el Cielo y la tierra, circules en el pasado, en el presente y en el futuro, en todo te encuentres tú circulante en Mí y Yo en ti”.
“Hija mía, en el alma que hace mi Voluntad circula mi Querer en todo su ser, como le circula la sangre, así que está en continuo contacto conmigo, con mi potencia, sabiduría, caridad, belleza, así que toma parte en todo lo mío. Por eso, no viviendo más de su querer, su querer vive en el mío, y así como el mío circula en el suyo, así el suyo circula en todo mi Ser y siento continuamente su contacto, y sintiéndome continuamente tocado por ella, tú no puedes comprender cuánto siento amarla, cuánto quiero favorecerla y consentir en todo lo que me pide, y si se lo negase, me lo negaría a Mí mismo, porque, a fin de cuentas, viviendo de mi Querer no pide otra cosa que lo que quiero Yo.”
“¡Oh santa esperanza, cómo eres admirable! Yo me imagino ver al alma que es poseída por esta bella esperanza, como un noble viajero que camina para ir a tomar posesión de unas tierras que formarán toda su fortuna, pero como es desconocido y viaja por tierras que no son suyas, quién lo escarnece, quién lo insulta, quién lo despoja de sus vestidos y quién llega hasta golpearlo y a amenazarlo con quitarle la piel, ¿y el noble viajero qué hace en todas estas dificultades? ¿Se turbará? ¡Ah, no, jamás!, más bien no tomará en cuenta a aquellos que le hacen todo esto, y conociendo bien que mientras más sufrirá, tanto más será honrado y glorificado cuando llegue a tomar posesión de sus tierras, por eso él mismo incita a la gente para que lo atormenten más. Pero él siempre está tranquilo, goza la más perfecta paz, y en medio de estos insultos está tan calmado, que mientras los demás están despiertos a su alrededor, él está durmiendo en el seno de su suspirado Dios. ¿Quién suministrará a este viajero tanta paz y tanta firmeza para seguir el viaje emprendido? Ciertamente la esperanza de los bienes eternos que serán suyos, y así superará todo para tomar posesión de ellos. Ahora pensando que son suyos, viene a amarlos, y he aquí que la esperanza hace nacer la caridad”.
Hija mía, por cuantas virtudes practicó mi corazón, tantas fuentes se formaron en él, y conforme se formaban, así salían innumerables ríos, que brotando hasta el Cielo glorificaban dignamente al Padre a nombre de todos, y estos ríos, desde el Cielo descendían para bien de todas las criaturas. Ahora, también las criaturas conforme practican las virtudes, en sus corazones se forman las pequeñas fuentes que hacen brotar sus pequeños ríos, que se cruzan con los míos, y brotando junto con los míos glorifican al Padre Celestial y descienden para provecho de todos, y forman tal armonía entre el Cielo y la tierra, que los mismos ángeles quedan sorprendidos ante tan encantadora vista. Por eso sé atenta en practicar las virtudes de mi corazón, para hacerme abrir los manantiales de mis gracias”.
“En tu corazón herido hallaré mi vida, de manera que cualquier cosa que esté a punto de hacer, la tomaré siempre de tu Corazón Divino. No volveré a darle vida a mis pensamientos, más si quisieran vida tomaré tus pensamientos. Mi voluntad no volverá a tener vida, más si vida quisiera, tomaré la de tu Santísima Voluntad. Mi amor no volverá a tener vida, más si quisiera amar tomaré vida de tu amor. ¡Oh Jesús mío, toda tu voluntad es mía, ésta es tu voluntad y esto es lo que yo quiero!”.
“Hija mía, por cuántas virtudes practicó mi Corazón, tantas fuentes se formaron en él, y conforme se formaban, así salían innumerables ríos, que brotando hasta el Cielo glorificaban dignamente al Padre a nombre de todos, y estos ríos, desde el Cielo descendían para bien de todas las criaturas. Ahora, también las criaturas conforme practican las virtudes, en sus corazones se forman las pequeñas fuentes que hacen brotar sus pequeños ríos, que se cruzan con los Míos, y brotando junto con los míos glorifican al Padre Celestial y descienden para provecho de todos, y forman tal armonía entre el Cielo y la tierra, que los mismos ángeles quedan sorprendidos ante tan encantadora vista. Por eso sé atenta en practicar las virtudes de mi Corazón, para hacerme abrir los manantiales de mis gracias”.
“Hija mía, las almas pacíficas comen en mí misma mesa y beben de mi copa, y el Divino arquero no hace más que flecharlas continuamente, y ninguna flecha falla, todas hieren al alma amante, y el alma languidece y el Divino arquero continúa lanzándole sus flechas, las cuales, ahora la hacen morir de amor, ahora le restituyen nueva vida de amor, y el alma de sus heridas lanza dardos para herir a quien tanto la ha herido. Así que el alma pacífica es la delicia y el entretenimiento de Dios; mientras que las almas turbias, turbulentas, si el Divino arquero les manda sus flechas, éstas fallan y Él queda amargado, y estas almas forman el juego y el gusto diabólico”.
“Hijo mío, por cuanto más bello quieres hacerte, tanto más gusto me das; es más, amo tanto tu belleza que te incito, te enseño, y en cuanto te decides Yo corro y junto contigo renuevo la potencia creadora y te doy el poder de hacer el bien que quieres; te amo tanto que no te he hecho esclavo, sino libre, pero, ¡ay, cuánto abuso de este poder que te he dado, tienes el atrevimiento de convertirlo en tu ruina y en ofensa a tu Creador!”
Dice Luisa “Ahora, mientras se entretenía conmigo eran tales y tantos sus desvaríos de amor, que el corazón le latía muy fuerte y apoyando su pecho sobre el mío me hacía sentir sus latidos ardientes, y acercando sus labios a los míos vertía en mí parte de aquel fuego que lo quemaba, era un líquido que mientras era fuego líquido, era dulcísimo, pero de un dulce que no se sabe decir, pero en aquellos ríos que venían a mi boca, que como fuentecitas salían de su boca, había algún río amargo que la ingratitud humana mandaba hasta el corazón de mi dulce Jesús.”
“Hija mía, estas son verdaderas extrañezas y que afligen mucho a mi amor. Si una hija dice a su padre, no soy tu hija, no me darás parte de tu herencia, no quieres darme el alimento, no quieres tenerme en casa, y se aflige y por ello se lamenta, ¿qué diría el pobre padre? Extrañezas, esta hija está loca y con todo amor le diría: “Entonces dime, si no eres mi hija, ¿de quién eres hija? Vives bajo mi mismo techo, comes en la misma mesa, te visto con las monedas ganadas con mis sudores, si estás enferma te asisto y procuro los medios para curarte, ¿por qué dudas entonces que eres mi hija?”
Cada latido del Corazón de Jesús es un «te amo» que repercute en cada latido del corazón de las criaturas y que quisiera encerrarlas a todas en su Corazón para sentirse correspondido por sus latidos, pero el buen Jesús no es correspondido por tantas almas y sus latidos quedan como sofocados y amargados. Pidámosle a Jesús que selle nuestros latidos con su te amo para que nuestro corazón pueda también vivir la vida de su Corazón y que repercutiendo en el corazón de las criaturas, las obligue a decir «¡Te amo, oh Jesús!».
“La prerrogativa más bella de mi Corazón es la ternura, todas las fibras, los afectos, los deseos, el amor, los latidos de mi corazón, tienen por principio la ternura, así que mis fibras son tiernas, mis afectos y deseos son ternísimos, mi amor y latidos son tan tiernos, que llegan a derretirme el corazón por ternura, y este amor tierno me hace llegar a amar tanto a las criaturas, que me contento con sufrir Yo, antes que verlos sufrir a ellos”.
“Hija mía, en este estado se encontraba mi corazón en el momento de mi Pasión. En mi corazón palpitaban todas las vidas humanas, que con sus pecados estaban todas en actitud de darme la muerte, y mi corazón a pesar de su ingratitud, llevado por la violencia de amor les restituía a todos la vida, por eso palpitaba tan fuerte, y en mi latido encerraba todos los latidos humanos, haciéndolos resurgir en latidos de gracia, de amor y de delicias divinas”.
“La confianza tiene dos brazos, con uno se abraza a mi Humanidad y se sirve de Ella como escalera para subir a mi Divinidad, con el otro se abraza a la Divinidad y a torrentes toma las gracias celestiales, así que el alma queda toda inundada por el Ser Divino. Cuando el alma confía, está segura de obtener lo que pide, Yo me hago atar los brazos, la hago hacer lo que quiere, la hago penetrar hasta dentro de mi corazón y por sí misma le hago tomar lo que me ha pedido. Si no hiciera esto me sentiría en un estado de violencia”.
Palabras de Luisa. “Yo en los brazos de Jesús era muy pequeña, y me sentía sin deseos de dormir, quería gozarme a Jesús, quería decirle tantas cosas ahora que tenía el bien de que se entretenía largamente conmigo, pero Jesús continuaba arrullándome, y yo sin quererlo tomaba un dulce, dulce sueño, pero en el sueño oía el latido del corazón de Jesús que hablaba y decía: “Voluntad mía”. Y al siguiente latido como si respondiese: “Amor quiero infundir en la pequeña hija de mi Querer”. En el latido “Voluntad mía”, se formaba un cerco de luz más grande, y en el latido “amor” otro cerco más pequeño, de manera que el grande encerraba al pequeño; y Jesús mientras yo dormía tomaba aquellos cercos que formaba su latido y los imprimía en toda mi persona.”
“¡Qué amarga separación! Me siento sin vida, sin embargo vivo, pero la vida es más dura que la muerte, sin embargo, sea por amor tuyo tu misma privación, por amor tuyo la amargura que siento, por amor tuyo mi corazón desgarrado, por amor tuyo la vida que no siento aunque vivo, y para hacer que te sea más grato, uno este mi sufrir en la inmensidad de tu amor y te ofrezco con el mío tu mismo amor”. Pero mientras esto decía se ha movido en mi interior y me ha dicho:
“Cómo es dulce y deleitable a mi oído la nota del amor, dila, dila otra vez, repítela de nuevo, recrea mi oído con estas notas de amor tan armoniosas que me descienden hasta en el corazón y todo me endulzan”.
«Hija mía, mi Amor por la criatura es grande, mira cómo la luz del sol invade la tierra, si tú pudieras deshacer esa luz en tantos átomos, en aquellos átomos de luz oirías mi voz melodiosa, que te repetirían uno tras otro: «Te amo, te amo, te amo». De modo que no te darían tiempo para numerarlos, quedarías ahogada en el amor. Y en realidad te amo: te amo en la luz que llena tus ojos, te amo en el aire que respiras, te amo en el murmullo del viento que llega a tus oídos, te amo en el calor y en el frío que siente tu cuerpo, te amo en la sangre que corre en tus venas, te amo en el latido de tu corazón te dice mi latido, te amo te repito en cada pensamiento de tu mente, te amo en cada movimiento de tus manos, te amo en cada paso de tus pies, te amo en cada palabra, porque nada sucede dentro y fuera de ti si no concurre un acto mío de amor hacia ti, así que un te amo mío no espera al otro; y de tus te amo, ¿cuántos son para Mí?»
“Hija mía, Si tú no puedes estar sin Mí, y tanto te soy necesario, es señal de que tú eres necesaria a mi amor, porque según uno se vuelve necesario a otro, es señal que aquel es necesario al otro; por eso, si bien alguna vez parece que no debo venir y tú te fatigas, y veo la necesidad que tienes de Mí, y según crece en ti la necesidad, crece también en Mí, y digo entre Mí: voy a ella a tomar este alivio a mi amor, y es por eso que después de que te has fatigado, Yo vengo”.
«Hija mía, no quiero que pierdas el tiempo pensando en eso, tu te distraes de mí y me haces faltar el alimento para nutrirme, lo que quiero es que pienses solamente en amarme y estarte toda abandonada en mí.»